1.- Jamás imaginé que el grado de desatención, indiferencia y apatía llegara a los extremos de ahora, como sin equívocos y plenamente lo demuestran las manifestaciones de marginalidad y abandono que experimentamos en todo, lo que sintetiza y representa esta frontera colombo-venezolana que llegó a ser calificada como ”la más viva expresión de la integración binacional Latinoamericana y hasta la fuente para La Gran Ciudadela Internacional de los Andes, en orden a los acercamientos y opciones que surgían entre Cúcuta y San Cristóbal, capital del Estado Táchira.
Y es tan grave lo que acontece, que llevamos más de10 años sin que las Cámaras de Comercio de las dos áreas se reúnan y analicen lo que ocurre para buscar alternativas y soluciones, mediante estímulos e incentivos, como se insinuaron cuando se llevaron a cabo las ediciones de la Feria Internacional de la Frontera, la Feria Internacional de Cúcuta y los periódicos acercamientos en procura de avances y desarrollos, que permitan el mejor aprovechamiento de la ubicación geoestratégica y las ventajas comparativas de productos y demandas que podrían impulsarse y proyectarse de estos lugares de empalme y mancomunidad de intereses, que no han sido canalizados por una pereza negativa y una errada interpretación de lo que es y puede ser no solo la integración, sino la fraternidad, que se incrementan por la vecindad, la familiaridad de muchos y la urgencia de generar empleos y hacer más productiva y visionaria la interrelación y los mensajes de nuestros libertadores, cuando se dio paso a la creación de la Gran Colombia y a la conveniencia y ventajas de un obrar compartido y trasformador.
2.- Infortunadamente, el exagerado centralismo de Bogotá y Caracas, así como la menguada visión política y administrativa de quienes han sido nuestros dirigentes y cuando se requería más su accionar no han permitido que estas áreas y zonas de enorme importancia y trascendencia formulen el reto y el desafío hacia una conjugación de esfuerzos – francos y sinceros – para que se dé comienzo y nueva vida al progreso y desarrollo de unas poblaciones que en lugar de mejores y mayores conexiones y servicios siguen por entre trochas y desde hace más de tres años y cuatro meses, con el cierre de la frontera y sin intercambiar nociones de futuro y mejoramientos colectivos.
3.- Ante lo que acontece y se experimenta, un llamamiento a la unión y a la labor compartida bien puede transformarse en una acción innovadora, integracionista y redentora, porque los pasos y los derroteros nos conducirán hacia opciones distintas al letargo y a las omisiones del hoy, producto de la inoperancia y la pasividad, así como del obrar sin perspectivas, ni nociones de futuro.
Quiera Dios que los cambios que se insinúan, tanto en Venezuela como en Colombia, y que presionan hacia algo constructivo, dinámico y colectivo, recojan, capten y proyecten lo que entre nosotros puede lograrse. Y para bien y el progreso de las dos naciones hermanas y de estos puntos y lugares de encuentro y posibilidades.
JOSÉ NEIRA REY