CÚCUTA.- Gladys y Rosa guardan en una pequeña caja, sin prisa, los cuadernos que no vendieron en la temporada escolar. Metros atrás, otras mujeres desarman la caseta que les sirvió para ofrecer los útiles, desde el 4 de enero. A un costado, Marina Rojas vocifera a favor de los 30 microempresarios que cada año se reúnen para montar la feria en un parque de Cúcuta. En esta ocasión la armaron en el Mercedes Ábrego.
En la mañana del 28 de febrero, el alcalde Donamaris Ramírez llegó a la plaza para ordenar el retiro de los vendedores. “Los parques no tendrán más ferias”, dijo.
En la capital de Norte de Santander es costumbre montar estas actividades en estos espacios para ofrecer artesanías, calzado, dulces, cuadernos, libros usados, carros, implementos de salud, inscripción a empresas de salud, donaciones de sangre y bazares.
“Necesitamos que nos dejen trabajar”, clamó Marina Rojas sin encontrar oídos oficiales para que la escucharan. Denunció que en Planeación Municipal les cobran $670.000 semanales para otorgarles el permiso de vender la mercancía en ese lugar.
El Alcalde sentenció que “si no se retiran, vamos a retirarlos”, porque el objetivo es recuperar el parque, mantener la seguridad y permitir que se vuelva vivible para el resto de cucuteños.
El Mercedes Ábrego (avenidas 8 y 9 entre calles 8 y 9) está en el centro de la ciudad y es paso obligado de múltiples rutas de busetas y colectivos que van a la periferia y a Los Patios y Villa del Rosario.
Sobre el lugar pesa una mala fama por la presencia de prostitutas, homosexuales, vendedores ambulantes e indigentes. La vocera de los comerciantes ripostó. “No somos piratas, ni bandidos, somos microempresarios”.
Según sus cuentas, generan entre 300 y 400 puestos de trabajo en dos meses de actividades. El resto del año cada uno de los 30 afiliados a Asocultural, organización con nueve años de experiencia, atiende su negocio.
Donamaris Ramírez les habló del proyecto ‘Cultura al Parque’, que llevará música colombiana para el disfrute de la comunidad y que esos sitios no sean más para consumidores de drogas, porque el fin es “hacer de Cúcuta una ciudad ordenada y justa”.
Les ofreció a los vendedores la posibilidad de acceder a créditos entre $250.000 y $11 millones, oportunidad que rechazaron, porque “no queremos créditos, queremos que nos dejen trabajar” y vender los productos nacionales y extranjeros que compran al contado o mediante la modalidad de depósito.
Marina Rojas hizo cuentas y preguntó si en la administración municipal saben que los microempresarios han dotado a varios parques con elementos que necesitaban para la seguridad de la ciudadanía. No encontró respuesta.
El Alcalde dijo que el gobierno cucuteño no volverá a expedir permisos para este tipo de ferias. Los microempresarios pasaron dos administraciones en el negocio, la de Ramiro Suárez y la de María Eugenia Riascos. En ninguna tuvieron problemas.
“Los vendedores tienen que retirarse de las calles”, sentenció de nuevo Donamaris Ramírez y recordó que serán reubicados en el Parque Lineal. Este anuncio no despierta mayor interés entre esta comunidad, porque “nos vamos, porque decidimos hacerlo”, enfatizó Marina Rojas.
Gladys y Rosa continúan la tarea de meter los cuadernos entre la caja. Tienen rabia. No quieren manifestarla y a cambio sonríen. Están incómodas. Son empleadas y en pocas horas quedarán desocupadas y sin la oportunidad para el año entrante, porque “no vuelve a haber permisos para ferias”, se despidió el Alcalde.
RAFAEL ANTONIO PABÓN