OCAÑA.- “Los curas somos personas de tercer grado”, dijo monseñor Jorge Enrique Lozano Zafra, Obispo de Ocaña, al analizar la muerte del sacerdote Pablo Sánchez, ocurrida días atrás en Cúcuta. “Por lo tanto, cualquier disculpa (de las autoridades judiciales) termina con los procesos” para dar con los responsables del crimen.
El asesinato “fue terriblemente doloroso”, manifestó, y reflexionó que la muerte de los religiosos es un poco parecida a la situación de los indígenas que luchan por defender los derechos y por evitar el desarraigo en Colombia.
Monseñor Zafra tocó diversos asuntos que tienen que ver con la vida cotidiana de los colombianos. Habló de la paz en el país, del cambio de esencia de la lucha guerrillera, de los indígenas, de los anhelos de los secuestrados y de los deportistas que ganaron medallas olímpicas.
Acerca del problema de violencia, generado por los grupos al margen de la ley, dijo que “para dialogar se necesitan dos personas y ciertas condiciones de buena voluntad”. Si esas conversaciones se adelantan con hermanas contemplativas, habrá acuerdo, pero cuando los acercamientos son grupos que han cambiado la ideología es complicado.
Los subversivos pasaron de buscar el bienestar social para el pueblo y de implementar la justicia, a ser grupos de narcotraficantes. “Nadie es tan celoso como cuando le tocan el bolsillo”.
“El presidente de la Conferencia Episcopal, monseñor Rubén Salazar Gómez, está pendiente y ha hablado con el presidente Juan Manuel Santos. Sabemos de la buena voluntad del Presidente, pero hay cosas que no son negociables. Por ejemplo, la autonomía del país no es negociable”.
Dentro de la Conferencia Episcopal está la Comisión de Conciliación, organismo de alto nivel que busca permanentemente con el Gobierno caminos de solución al conflicto.
En torno a lo que ocurre con los indígenas, monseñor Jorge Enrique Lozano dijo que han sido 500 años de ultraje al pueblo aborigen. Recordó que cuando llegó Colón, “todos éramos indígenas. En este momento solo hay resguardos pequeños carentes de las posibilidades tecnológicas”.
Criticó que un movimiento de antropólogos los convenciera de que usar teléfono celular era ir contra la cultura nativa. Sin embargo, los indígenas apoyan la cultura, tienen y venden teléfonos celulares.
El problema es que tienen que reivindicar una cantidad de derechos que se les han conculcado. “El Presidente (Santos) nos ha dicho que uno de los países más desiguales es Colombia”.
Cuestionó las marchas, organizadas para protestar por el estado de olvido que soportan estos pueblos. “No podemos negar que detrás de todas estas marchas hay infiltraciones clarísimas, fruto del miedo. Ellos viven con la guerrilla. Con un palo de mando no pueden enfrentar una ametralladora traída de Rusia o Estados Unidos. Son masas de gente manipuladas”.
Los comparó con los secuestrados, y aseguró que todos quieren estar en libertad, pero hay toda una estructura que se los impide. “Así les pasa a los indígenas. Deben ser reivindicados. No pueden ser colombianos de segundo o tercer orden. Tampoco pueden ser personas que con pretextos de conservar la cultura sigan muriendo de malaria, sigan apartados de la sociedad, sigan sin los elementos de higiene”.
Las ocho medallas ganadas por los colombianos en los Juegos Olímpicos, de Londres, también merecieron el comentario de monseñor Lozano Zafra. “Son todas de esfuerzo individual y de extracción popular. De tal manera que en los grandes monopolios del fútbol, del beisbol, del basquetbol no tuvimos siquiera medalla de papel”.
Se mostró de acuerdo con los homenajes a los deportistas, porque son “una voz de entusiasmo para los jóvenes, sabiendo que si se esfuerzan no serán necesarios los grandes patrocinios sino la buena voluntad de las personas”.
PEDRO INFANTE
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