CÚCUTA.- Cuenta la historia sagrada que los tres reyes magos que visitaron al Niño Jesús procedían de Oriente, tenían diferente profesión y que llevaron como regalos incienso, mirra y oro. Narra la historia cucuteña que a cambio de Melchor, Gaspar y Baltasar, los que el 6 de enero irán de pesebre en pesebre serán Agustín, Jairo y Juan Carlos.
No proceden de países sino de los barrios Belén, Gaitán y Divina Pastora, al occidente de Cúcuta. No van camino de Belén de Judá, se conocieron en el barrio Belén. A cambio de presentes, cargan alcancías para recibir donaciones.
La idea nació, hace 32 años con Hugo Soler, pero desertó luego de dos salidas. La estrella iluminó a los dos restantes para llamar a Jairo y en el 2012 cumplirán tres décadas. No hicieron ninguna promesa humana de vestirse, solo adquirieron el compromiso con Dios.
Tienen por oficio la reparación de electrodomésticos, la plomería y lo que salga. Son buenos amigos, no se desconectan después del recorrido por la capital de Norte de Santander. Permanecen en contacto y hasta compadres son.
Por estos días, alistan los atuendos para iniciar otra larga visita a los hogares como es tradición. En ese trasegar escuchan buenas intenciones de los creyentes y burlas de los que los ven como `vagos’ a cambio de magos y los mandan a trabajar.
La paciencia y las experiencias vividas en jornadas anteriores les han formado en el cerebro corazas anti-insultos. Al comienzo se molestaban; ahora, responden con un “Dios lo bendiga” y siguen la marcha hacia donde aprecien lo que hacen.
Agustín conoce de Melchor “lo leído en la Biblia”; Jairo sabe de Gaspar “pocón, pocón”, y Juan Carlos aprendió “no mucho” de Baltasar. Ese desconocimiento de los personajes no les impide representarlos cada 365 días.
En el parque del barrio Belén, frente a la iglesia, extendieron los vestidos, sacaron las coronas, lucieron la pedrería, mostraron las alcancías y exhibieron los cinturones que guardan celosamente en bolsas plásticas por el resto del año.
Al principio vistieron túnicas elaboradas con tela prestada del grupo de apóstoles de la parroquia. Pasó el tiempo y asumieron el compromiso que cada cual confeccionaría el traje. En 30 años han gastado tres y han variado los modelos. Cada vestido cuesta hasta $250.000.
La idea es revivir la historia y hacer que los cucuteños recuerden el momento de la epifanía. Ni la enfermedad, ni el clima, ni la distancia los hace desistir de revestirse. Entran a los hogares que les permiten el ingreso, se inclinan delante del pesebre, adoran al Niño Dios y oran.
Las anécdotas vividas son múltiples. Cada uno tiene la preferida y la cuenta entre risas de los compañeros. Son tres hombres alegres y recordar esos momentos los hace felices.
Un día decidieron pasar la frontera, los guardias no entendieron la presencia de los ‘magos’ y los apresaron. Luego de explicaciones y llamadas telefónicas los liberaron. Antes de salir, los uniformados los acompañaron a rezar frente al pesebre.
Otro día, una niña quería conocer a los reyes, en el momento que conversaba con la madre aparecieron en la puerta de la casa los tres hombres. La alegría de la pequeña fue inmensa, porque se le cumplió uno de sus mayores deseos.
En otra ocasión, el sacerdote anunció la llegada de los ‘sabios’ y justo en ese instante aparecieron en la entrada del templo. Pasaron al altar en medio del aplauso de los feligreses. Ninguno de los momentos estaba planeado. Fueron casualidades que sirven para la remembranza.
Si madrugan, recorren más barrios, lo que les reporta mayores ganancias. En las cuentas tienen que han caminado por 100 barrios. Hay muchos repetidos. En la calles los detienen, les piden que se dejen tomar fotos, posan con ellos y guardan el recuerdo. Los niños se animan con la presencia, los tocan y se dejan cargar.
La meta es mantenerse vigentes hasta que Dios quiera. Están seguros de que si falta uno, los otros dos buscarán el remplazo con similares características en edad, compromiso y compañerismo. La idea es que los ‘Reyes de Belén’ no dejen de caminar por la ciudad.
Agustín comenzó a recoger el traje y lo depositó en la bolsa plástica. Jairo se lamentó, porque el vestido estaba mojado. Juan Carlos enrolló el cinturón y lo guardó. Dentro de poco volverán a sacar este atuendo para convertirse en Melchor, Gaspar y Baltasar.
RAFAEL ANTONIO PABÓN
Fotos: Jhon Cruz
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