Una obra de más de 32 millones de dólares, cuyo objetivo es mejorar el flujo vehicular entre Colombia y Venezuela no tiene uso. El tercer puente que une al estado Táchira con la zona metropolitana de Cúcuta está terminado. Solo faltan las adecuaciones, que cuestan $ 8000 millones.
Hace más de 52 años, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) planteó la construcción del paso elevado complementario al Francisco de Paula Santander y al Simón Bolívar, para descongestionar el ingreso de vehículos de carga y de pasajeros a los dos países. Solo hasta el 2013 se logró firmar el contrato para la ejecución de la obra.
Cuatrocientos empleados fueron contratados a lado y lado del río Táchira y el convenio se adjudicó a la empresa Pilperca, de Venezuela, con una experiencia de más de 300 puentes y 57 años de labor, y por el lado colombiano a la firma Concretos, con experiencia demostrada en 755 kilómetros de vías y viaductos.
El tipo de economía que se quiere desarrollar es la formal, acabar en su totalidad con la informalidad, alimentar la inversión en las áreas de vivienda a los alrededores del sector de Villa Silvania y Tienditas. El puente permitirá la circulación de 15.000 automotores, de los 50.000 que a diario cruzan la línea limítrofe. Los seis canales viales todavía no están al servicio de los trasportadores, por lo que el sueño inicial ha quedado en tiempo pasado.
El 70 por ciento, en promedio, del comercio cucuteño es informal. Más de la mitad provenía de los puentes binacionales y las más de 192 trochas que hay a lo largo de la frontera.
¿Cómo se hace para contribuir a una economía formal cucuteña cuando la corrupción pulula en los lados fronterizos? Andrea García tiene su casa a unos cuantos metros del puente, por el lado de Tienditas. Comentó que “esto nos ayudaría y nos beneficiaria a todos los habitantes de Tienditas, porque podríamos poner una venta de comidas o de productos” alimenticios.
Se espera que en agosto se haga la apertura oficial del puente. En esa fecha podría estar abierto el paso fronterizo, interrumpido en agosto de 2015 por orden del presidente Nicolás Maduro.
Jesús Vergel, director de Invías, esta es una obra bandera para promover la restructuración de las relaciones binacionales. Sin embargo, los ciudadanos corrientes en el lado colombiano no ven con buenos ojos este puente, pues dicen que no traerá beneficio alguno. Una muestra es que no se les permite ingresar a los accesos del puente Tienditas.
Aunque nunca se pensó en permitir el comercio informal en las zonas aledañas, los habitantes de ambos países tienen en mente, apenas se abra el puente, comenzar a laborar en las vías de acceso. Aquí surge un problema, por cuanto la economía subterránea se ha combatido últimamente de manera drástica por las autoridades policiales y civiles del estado Táchira y Norte de Santander.
Para los trabajadores que pasan a diario en vehículo, la apertura del viaducto de 280 metros de longitud será un ahorro de tiempo de 30 minutos por trayecto. En el puente Simón Bolívar, que cuenta con un carril de entrada y otro de salida, el recorrido tarda 40 minutos por la cantidad vehículos y los atascos en las aduanas. El paso por Tienditas, con los seis carriles, nos tardará 10 minutos en vehículo y 20 a pie. Estas en cifras del tiempo equivale para los conductores una ganancia en dinero.
Los $ 8000 millones que resta concretarse se invertirán en la construcción de las oficinas de la Dian en el lado colombiano y del Seniat, por el venezolano. La esperanza de que algún día se asignen esos recursos e la que mantiene unidos a los ingenieros encargados de la obra.
Los productores de carbón esperan que con la apertura del puente se duplique el tránsito de carga pesada hacia Venezuela. El ingeniero Francisco Da Silva comentó que la estructura se hizo, específicamente, con los modelos sísmicos colombianos. “Nos encontramos sobre la franja sísmica de la cordillera de Los Andes y la durabilidad del puente depende de Dios”.
Los análisis económicos de la región no son alentadores. Después del cierre fronterizo, el desempleo aumentó y Cúcuta es catalogada como la segunda ciudad con menos empleo en el país. Esto indujo a la migración a otros lugares del país y a los que se quedaron a buscar la informalidad en Norte de Santander.
La informalidad espera la reapertura, la formalidad también, ¿Quién saldrá beneficiado? Lo cierto es que el puente debe abrirse y que el beneficio para las fronteras será bueno. Las bondades se verán en los impuestos, en el empleo y en la cantidad de dinero que reciban los municipios.
Tata Cepeda, alcalde de Ureña, dijo que la apertura del puente es un momento especial para la región fronteriza, porque se deben tomar estrategias con quienes deseen mantenerse como trabajadores informales.
ANGIE HURTADO – ÁNGEL GARCÍA –
DIEGO MONSALVE – JOSÉ ÁNGEL DURÁN
Foto: Especial para www.contraluzcuucta.co