CÚCUTA.- La noche fría hacía presagiar un partido insustancial, a pesar de las expectativas que se tenían entre los aficionados por el regreso del fútbol al General Santander, por el estreno del técnico Lucas Pusineri, por el debut de cuatro cucuteños en las filas motilonas, por el deseo de volver a la A y por comprobar si José Augusto Cadena, desde el primer momento, tiene la intención de devolverles la fe a los cucuteños. Pero el encuentro, en el minuto cinco, dejó atrás esa premonición.
Los hinchas llegaron en escaso número. Esa inasistencia recordó fechas anteriores, cuando los seguidores de la escuadra rojinegra se retiraron de los graderíos por los resultados adversos y por las malquerencias con el presidente del club. No más de 5000 hombres y mujeres, de variada edad, colmaron las tres tribunas habilitadas. El mayor número se vio en Sur, donde los muchachos de la Banda del Indio, como de costumbre, no cesaron de cantar y alentar a los jugadores. A Norte no permitieron el ingreso.
De las filas de meses atrás, se pasó a la normalidad para entrar. Los afanes para comprar el boleto se convirtieron en apatía y preferencia por ver la trasmisión por televisión. Y al estadio llegaron puntuales los que aún sienten pasión por el Cúcuta Deportivo y no escogen partidos para acompañarlo.
La primera jornada del torneo de la B en la capital de Norte de Santander estuvo plagada de situaciones no comunes para una plaza futbolera. Muchos factores se juntaron para hacer que la caída del lunes ingrese al libro de los recuerdos y sea destacada por esos detalles que ocurren cada vez que Dios se viste de rojo y negro.
Que el Cúcuta marcara el primer gol a los 50 segundos de haber escuchado el pitido para comenzar las acciones no tiene por qué olvidarse. Una sensación extraña recorrió el cuerpo. La sorpresa estremeció a los aficionados y les disparó los resortes de las emociones para que se levantaran y gritaran ¡goooooolllllll! Después, el hachepetazo que se escucha con un tono especial.
En el recuento de la jugada y en el análisis de lo ocurrido apareció el apellido del causante de ese instante de hilaridad. Solano, Solano… El cucuteño Jefferson, el de la casaca 13, el delantero, ese era el que había despertado el alboroto. Los ojos miraron al cielo para agradecer por lo vivido en tan corto tiempo.
De pronto, otro grito de júbilo, un nuevo gol, más bulla. El tablero electrónico, que más parece un contador de puntos en bolas criollas, solo contabilizaba cinco minutos de juego. ¡Increíble! Cúcuta 2, Deportes Quindío, rival directo en la lucha por el ascenso, 0. No podía ser realidad, pero tampoco era un sueño.
Autor: Jefferson Solano. Marcador impensado, pero era verdad. Todos estaban despiertos y habían visto lo mismo. Tampoco era un milagro pre Semana Santa para que los hinchas se conviertan y crean en Pusineri y Cadena juntos. Los cuyabros no salían del asombro, no se acomodaban en la cancha, no hallaban el juego ideal para contrarrestar esa adversidad, no tejían una jugaba ni hilvanaban una pared para inquietar a Chaverra.
Los motilones siguieron de largo. Al minuto 15, Mauricio Duarte levantó el centro desde la izquierda y Miranda decretó el tercero. El mundo se derrumbó para los dirigidos por Suárez. La impotencia los convertía en rival fácil.
De ahí en adelante los rojinegros se relajaron, desaprovecharon otras oportunidades de gol y permitieron que los visitantes, por intermedio de
Luis Miguel Carabalí, descontaran en el marcador. 3-1. Trascurría el minuto 41 del primer tiempo.
Así los equipos regresaron a los camerinos a escuchar indicaciones. Suárez a motivar a los quindianos para acortar la diferencia, emparejar las acciones y, por qué no, llevarse los tres puntos. Nada de eso se cumplió en la cancha. Pusineri a despertar a sus dirigidos para mantener la distancia, anotar otros tantos y asegurar el triunfo. Se cumplió la tercera orden y Cúcuta Deportivo se quedó con la victoria.
En el balance del partido el argentino Lucas Pusineri, al servicio de los motilones, resumió lo vivido desde la raya, lo sufrido como técnico y lo soportado desde las tribunas. “Se dio un debut soñado para todos”. Cadena debe estar contento; los patrocinadores, alegres, y los hinchas, esperanzados.
El único que no debe estar risueño ni jubiloso, debe ser el paraguayo Roque Caballero, porque escuchó los pitos desde las tribunas. A cambio del grito sonoro que ha acompañado a otros portadores de la camisa 9, “goleadoooor… goleadoooor…” los aficionados pidieron el relevo. Tendrá muchas oportunidades para mostrar las condiciones y dejar claro por qué lo trajeron a esta institución del fútbol profesional colombiano.
En el descenso de las gradas se escuchan quejas, inconformismos y recelos. La sonrisa no aparece. El clima se mantiene fresco y el triunfo reconforta, pero no llena. Por lo menos los aficionados pudieron dormir tranquilos y, seguro, soñaron con que en diciembre serán inquilinos de la Primera División.
RAFAEL ANTONIO PABÓN