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CÚCUTA.
Y sí, los millares de aficionados que asistieron al General Santander vieron ganar al Cúcuta Deportivo (2 – 0), en un partido por el que no daban mucho al término del primer tiempo. Incluso, en los comentarios de pasillo dieron mejor calificación al visitante Bogotá. No se atrevieron a augurarles la derrota a los motilones, pero de labios para adentro lo tenían pensado.
Y sí, así es el fútbol. De donde menos se piensa salta la liebre. La tarde fría, los ánimos en las tribunas agitados a medio tarro y las acciones en la cancha como para rascarse a cada instante la cabeza.
Los muchachos de Redín, a veces, pareciera que pierden el ritmo de competencia y dejan escapar lo aprendido entre semana en los ensayos y se les evaporan los conocimientos básicos por los que llegaron a esta instancia semiprofesional.
Y sí, profesor Bernardo, esto es lo que tiene al alcance y con lo que debe afrontar el torneo. No hay de dónde echar mano para mostrar mejor espectáculo, ni de dónde sacar el conejo para labrar el camino que lo lleve al objetivo principal de ascender de categoría.
Lo visto en la primera parte es causa directa del alejamiento de los hinchas de los graderíos. Oriental, prácticamente, desocupado; Norte, tres cuartos; Occidental en lo suyo, y Sur, impecable. Las otras causas son, los precios de la boletería, el valor de los alimentos dentro del estadio, la insistencia del máximo accionista de no vender y el desgano provocado por presentaciones en años recientes.
Y sí, ayer se ganó en el segundo tiempo. Los cambios le dieron resultado al técnico rojinegro. Ingresó Michell Ramos y en el minuto 67 destrabó la combinación defensiva montada por los bogotanos. Penal que alegaron los visitantes a rabiar. El refranero reza que después de la sentencia del garitero, las apelaciones van al infierno. Y se cumplió. 1 – 0.
Aunque no siempre suena la flauta con la mejor melodía. Carreño ingresó al terreno de juego con la misión de doblegar al rival y lo perdonó cuando tuvo la oportunidad. Se atragantó con el arco a su merced. Solo. Y el tiro salió tan alto como demostración de por qué es suplente.
Por fortuna, cuando el árbitro Andrés Banguera (Huila) había agregado cinco minutos al partido, apareció Luis Carlos Guevara (90 + 1) y aumentó la cuenta. Golazo para satisfacción del autor, del técnico Redín, que como recompensa lo abrazó, y de la afición, que regresó contenta a casa. 2 – 0.
Y sí, los asistentes cambiaron de semblante al abandonar el estadio. No iban radiantes, aunque sí llevaban muestras de felicidad. Los comentarios no eran tan duros, más bien tenían consistencia blandengue. El próximo encuentro será contra Tigres y a los motilones les gusta salir de cacería.
RAFAEL ANTONIO PABÓN
