CÚCUTA.- Conocer, explorar y admirar nuevas culturas, aprender sus costumbres y sus creencias y entender la vida fueron las razones que impulsaron a Camilo Andrés Caballero a echar la ropa necesaria en la maleta y partir hacia lo desconocido. París, Ámsterdam, Venecia, Viena, Estambul, Roma y Madrid recibieron a este cucuteño viajero.
En esas grandes ciudades identificó y apreció la arquitectura, la empatía hacia los demás y el aprecio sin importar la nacionalidad. La variedad de climas, la gente, las costumbres, el acervo cultural, las tradiciones, la gastronomía, los paisajes lo impresionaron y le agradaron en el paso por el continente europeo
¿Cuál es la diferencia con Cúcuta?
- El orden en cada ciudadano, la seguridad, no se siente miedo al andar por la calle en la noche, la cultura. En ciertos países de Europa las leyes sí se cumplen.
Si pudiera implementar acá algo de lo visto en esos países, Camilo se traería la manera de actuar de la gente para vivir en un ambiente sin malicia, el modernismo de las máquinas que ayudan en las tareas básicas y el buen trato entre los ciudadanos.
La nacionalidad colombiana le acarreó ciertas incomodidades. Los europeos se preocupan más por saber de la cocaína y de Pablo Escobar que por conocer las maravillas que tiene este país. Entre chistes de mal gusto algunos austríacos preguntaron por la droga y por el extinto capo. Es fácil darse cuenta de que la sociedad lo observa y lo tacha de narcotraficante.
En la mayor parte del trayecto no encontró tropiezos al comunicarse. Los conocimientos del inglés lo salvaron en la mayoría de países de la Unión Europea. En otras circunstancias, por medio de señas con las manos logró hacerse entender.
- Un caso particular me sucedió en Ámsterdam. Sufrí un poco de racismo. La gente no toleraba que les hablara en otro idioma que no fuera su lengua natal.
El observar la Torre Eiffel de cerca, retratarla en la mente y verla de frente fue el hecho que lo deslumbró. Las imágenes que tenía tomadas de las películas, de fotos o de las redes sociales quedaron anuladas por la realidad. Entre los gratos momentos, además, guarda el haber conseguido trabajo como conductor y manejar por las calles de Viena (Austria).
Pero, también, hay momentos duros que se viven en una travesía. Pasar del clima cálido de Cúcuta al invierno le resultó difícil. Para afrontar esa temporada de frío intenso usaba dos pantalones, dos camisas, un saco y un buso.
¿Le agradaría regresar?
- Claro que regresaría. Salir de Colombia a conocer otros lugares nos permite tener una perspectiva de que la vida es bella. Dejar el miedo atrás y sentir esa sensación de independencia permite tener mayor conciencia de lo que somos y queremos ser.