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QUITO – Ecuador.- Invitado por la Conferencia Episcopal de Ecuador, monseñor Mario Moronta – Obispo de San Cristóbal – visitó el refugio para migrantes en Quito que atienden los Religiosos Maristas. El prelado compartió con los venezolanos que reciben atenciones pastorales, hospedaje y alimentación.
“Muchas personas que no conocen esta situación de la migración y la crisis en Venezuela, han acusado a la Iglesia de favorecer con la Ayuda Humanitaria la flojera o situación de aprovechamiento, sin embargo, no es el plato de comida lo que importa”, dijo monseñor Moronta.
Lo importante, recalcó, es lo que hay detrás de los alimentos. “Estamos poniendo en práctica lo que dice el Evangelio: ‘si lo hicieron con uno de estos pequeños, lo hiciste conmigo’. Así que estamos actuando en nombre de Jesucristo. Nuestra misión va en orden a atender a la gente”.
Escuchó las dificultades de los emigrantes, las tristezas y los esfuerzos que hacen por ayudar a los familiares que han quedado en Venezuela. “Para nosotros es doloroso que casi cuatro millones de venezolanos tuvieran que salir a buscar trabajo en otras naciones para tener mejores condiciones de vida. Y somos conscientes de lo que eso implica, sus sacrificios”, expresó.
El Obispo, acompañado de representantes de Adveniat, institución de la Iglesia de Alemania que contribuye con los trabajos pastorales de atención a los migrantes, escuchó testimonios de emigrantes venezolanos:
- Antonio, docente y oriundo de Caracas. Manifestó su decepción por la imposibilidad de conseguir trabajo en su área. “Creía que por mi experiencia de muchos años de docente iba a ser fácil. Pero no hay oportunidades”.
- Emiliano, abogado de Maracaibo. “El servicio de la Iglesia y la preocupación que notamos en su Santidad Papa Francisco, por la situación que vive Venezuela. Pero pedimos nos ayuden a conseguir trabajo”.
- Ismael, ingeniero electrónico de Barcelona. En Venezuela había fabricado un regulador de corriente y no pudo patentarlo. Expresó frustración por no tener trabajo. “Llegué caminado, con la esperanza de conseguir una nueva vida. Acá conseguimos que no podemos trabajar por no tener documentos. Y en la calle solo podemos vender caramelos y mientras tanto en Venezuela pasan mucha necesidad”.
- Randi, joven de Valencia. Agradeció al refugio de los Religiosos Maristas que les dan hospedaje, desayuno y una merienda por la tarde. Preocupado, insiste en que necesitan trabajar para “producir y ayudar a la familia que se quedó en Venezuela aguantado hambre”.
- Jesús, de Barquisimeto. Señaló que el principal obstáculo del emigrante “es no tener pasaporte, porque se minimiza la posibilidad de que nos den trabajo en otro país”.
- José Gregorio, maestro por muchos años. Salió de Venezuela, “principalmente, porque el sueldo no me alcanzaba. Ahora, aquí, busco trabajo para ayudar a mi esposa e hija que se quedaron allá”.
El Obispo compartió el desayuno con los migrantes. “Los testimonios de los muchachos sintetizan el sufrimiento que todos tenemos, incluso de los migrantes en otros países”.
Monseñor Moronta expresó a los emigrantes venezolanos que “la Iglesia, como lo dice el papa Francisco, no tiene fronteras”, por eso trabaja en comunión para ayudarles. Pidió que sean agradecidos con Dios y el pueblo que los recibe. “Ánimo y adelante. Estamos luchando para que Venezuela recupere lo que fue: una tierra de gracia”.
