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CÚCUTA.- Está a punto de convertirse en quinceañera y ha alcanzado algunas estrellas. Estudia en noveno grado y destaca en el colegio por su afición por la declamación. Es hija de desplazados por el conflicto y tiene entre sus maestros a víctimas de este fenómeno social. Aprendió a escuchar videos en los que recitaban poemas y asimiló la entonación.
A Sharith Natalia Ascanio Vaca le gusta declamar. Esa pasión la ha llevado a buscar historias reales para transmitirlas al auditorio y hacer que quienes la escuchan las vivan como sucedieron. El maltrato femenino, las confrontaciones bélicas y los desamores hacen parte del repertorio que interpreta.
La voz débil se transforma en el momento de contar esos hechos. Cada frase suena melodiosa para que el oyente se compenetre palabra a palabra y deje despertar el sentimiento atascado en el interior. El objetivo es que las miradas se crucen y se comprendan, hasta convertirse en cómplices del poema que flota en el aire. Por estas razones es que no tiene interés por lo ficticio.
- No pensaba llegar tan lejos. Aquí en Cúcuta no hay dónde declamar. Voy a tomar la disciplina, de manera empírica, de trabajar en esto.
En Villa del Rosario encontró el camino para entusiasmarse. Participó en un concurso que tenía como premio ‘una mudita de ropa’. Debía declamar una poesía y terminó ganando mucho más que el pantalón, la camisa y los zapatos, con valor comercial de $ 200.000. Ese fue el primer premio que alcanzó con la voz natural y el ingenio para compartir la sensibilidad.
El reconocimiento la hizo pensar en que debía crecer en cuanto a la lectura. Y así fue. Marcó el comienzo del trayecto que ha recorrido, aunque corto, con la mirada puesta en la meta de ser reconocida en la región, el país y el exterior por ser la cucuteña declamadora.
La fundación Artes Empíricas, en el municipio histórico, le abrió las puertas. Recibió el espaldarazo que requieren los artistas para despegar hacia ese universo que adormece en la mente y no encuentra salida a pesar de las cualidades innatas que se tienen. Aparecieron los ángeles de la guarda y la catapultaron.
Este aprendizaje, de la mano de tutores y protectores, empieza a darle réditos. Días atrás estuvo en Cali, en representación de Norte de Santander, para actuar delante de un público exigente por lo desconocido. A su lado, otros niños con idénticas condiciones y aspiraciones en este mundo de la cultura.
- Me sentí muy bien. Me hice amiga de todos los niños. Eso me gustó. No eran repelentes, todos amables. Los organizadores me corrigieron lo que hacía declamando.
Detrás de la meta alcanzada, siempre, está la añadidura. Sharith Natalia montó por primera vez en avión. Un momento que no puede explicar con palabras.
No escribe poesía, porque aún no le ha llegado la inspiración. Reconoce que no es buena como escritora; además, componer le lleva horas. Cuando crea un poema lo hace sin la métrica usual, lo hace como le gusta, sin la rima entre líneas.
A finales de la tercera década del siglo XXI quiere verse como esa mujer a la que medio mundo reconoce por lo que hace en la tarima y los escenarios culturales a los que la inviten. Ayudará a las mujeres a empoderarse y a impulsarse en lo que cada una desee.
- Me gustaría llegar a la televisión y actuar, participar en películas, novelas, series. Algo que sueño desde chiquitica es aparecer en televisión.
A raíz de la declamación aspira a que los directores la vean y la llamen y la contraten para grabar dos o tres escenas. Luego, aumentar la participación para al final ser la protagonista de esa historia. Está segura de que caminará entre luces y cámaras, directores y actores, espectadores y productores. Si no es actriz, piensa en el ambiente del modelaje.
RAFAEL ANTONIO PABÓN
