CÚCUTA.- Una tormenta de elogios cayó sobre Cicerón Flórez, la noche del 5 de diciembre, con motivo del homenaje brindado por amigos cucuteños que lo ven como el hombre humilde que ha descollado en el periodismo regional, mérito suficiente para ganarse el premio Simón Bolívar.
La fiesta, organizada por quienes le rinden admiración al ‘maestro’, reunió a una buena cantidad de cucuteños que querían hacer público el sentimiento que los acerca a este ser humilde, cayado y buena gente.
Los calificativos en el acto salieron de la boca de los oradores que no ahorraron adjetivos para referirse a Cicerón.
1.- Fernando Cortés, representante de Seguros Bolívar. Reconoció la vida ejemplar y la obra sólida en la región. Destacó la ininterrumpida e infatigable labor periodística. “El premio confirma lo que se sabía, que es un periodista ejemplar”.
2.- Carlos Castillo, presidente del jurado del premio Simón Bolívar. Es un triunfo merecido. Ha pasado muchos años de arduo trabajo en las múltiples funciones de un periodista. “No es un periodista de cóctel ni iluminado por la farándula”. Es el premio a un verdadero periodista, a un periodista de oficio.
3.- Adip Numa, amigo personal. Cicerón es el único sobreviviente de los iniciadores de La Opinión. Es tolerante en el debate y un periodista incorruptible. Destacó la sencillez y el trato amable como sus características personales. “Cicerón es un hombre moral”.
4.- Otto Morales Benítez, hombre de la política nacional. Cicerón está en la línea de la lucha contra la corrupción. Tiene espíritu de trabajo y honestidad. “Cicerón gusta de la exaltación”.
5.- José Eustorgio Colmenares, director de La Opinión. Se encargó de elevar la copa de champaña para brindar. “Salud, Cicerón”.
Mientras los elogios seguían el rumbo deseado por los oradores, el homenajeado permaneció sentado tranquilo, con actitud reverente para con quienes lo acompañaron.
Al final de las intervenciones, respondió sereno. Recordó que las prácticas artesanales de periodismo las adelantó en el colegio donde cursaba bachillerato, en Buenaventura. Las primeras notas aparecieron en el periódico Occidente, de Cali. El despegue se consolidó en Bogotá, en el periódico Mercurio, que dirigía Alberto Lleras.
Luego, le llegó la oportunidad de tener el primer contacto con Cúcuta. Ofició como corresponsal en Bogotá y entrevisto a los nortesantandereanos que vivían y destacaban en la capital del país. Después de cumplir esa encomienda viajó a Cúcuta para quedarse por siempre.
Llegó al Mural. La precaria condición económica del diario llevó al cierre y se abrió la nueva posibilidad periodística. Nació La Opinión, lo llamaron como jefe de redacción y desde entonces permanece al lado de la familia Colmenares.
“Doy gracias a la vida por lo deparado en el periodismo”, dijo y remató la intervención con un poema de Antonio Machado.