CÚCUTA.- El invierno del 2010 acabó con las ilusiones de Jacqueline y muchas otras familias cucuteñas que habitaban zonas de alto riesgo. En ese entonces, el Gobierno se apersonó del dolor de los damnificados y les prometió como remedio inmediato pagarles arriendo en una vivienda mientras les solucionaba el problema de la falta de casa.
La promesa duró pocos meses. Hoy, los destechados tuvieron que salir a la calle a reclamar la ayuda oficial, porque los dueños de los inmuebles en los que viven hace rato los quieren expulsar por falta de pago. El dinero ofrecido no llega y los recursos propios no alcanzan para cubrir este rubro.
Ante esa situación de desesperación y desconsuelo, los afectados por las lluvias no tuvieron otra opción que recorrer las vías de la capital de Norte de Santander. En una marcha pacífica, pero bulliciosa, participaron hombres y mujeres que no aguantan más el acoso de las deudas.
Los manifestantes llevaron ollas, tapaderas, cacerolas, cucharones y otros utensilios de cocina para hacer escándalo y llamar la atención del alcalde Donamaris Ramírez. En largas pancartas de papel escribieron el nombre de los barrios a los que pertenecen y gritaron consignas, para que retumbaran en el tercer piso del Palacio Municipal.
La cacerola que llevó Jacqueline terminó sin fondo luego de recibir múltiples golpes con un cucharón grueso. La rabia de esta mujer se estrelló constantemente contra el objeto de aluminio que al final del recorrido quedó inservible.
“Donamaris Ramírez-París Lobo, el pueblo no es bobo”, gritaron los caminantes ante la mirada solidaria de los peatones y el afán de los conductores.
A muchas de estas familias les han sacado a la calle los corotos por falta de cumplimiento en los compromisos adquiridos con los dueños de las casas. Meses atrás el presidente Juan Manuel Santos visitó a Cúcuta y los llevaron a Los Estoraques para que sirvieran como testigos de la entrega de viviendas. Al final del acto les dieron la triste noticia. ‘Para los damnificados no hay vivienda, esto es para los desplazados’.
“Hombre, no nos tengan de payasos. Necesitamos que nos tengan en cuenta como damnificados, luego de tres años”, dijo Luis Alfredo Carvajal, vocero de la movilización. Algunos han regresado a las casas que colapsaron en el pasado, a pesar del riesgo que corren.
Los manifestantes llegaron al centro cucuteño desde Tucunaré, Antonia Santos, Los Olivos, Sabana Verde, San Rafael, Atalaya, Motilones y Carlos Lozada para reclamar ayuda. Y si no los escuchan seguirán en pie de lucha y mantendrán la marcha para demostrarles a los gobiernos municipal y departamental que existen con los problemas que la naturaleza les ocasionó hace tres años.
“Quisiera que el Acalde, el Gobernador y el Presidente nos dieran la oportunidad de tener una mesa de diálogo para que nos den soluciones”, dijo el vocero de los manifestantes.
En abril, en la Feria de la Vivienda, escucharon otra promesa. En seis meses les entregarían la casa. El plazo está próximo a cumplirse sin que se cumpla ese ofrecimiento.
Jacqueline guardó la cacerola para la próxima caminata, los que llevaban las pancartas las enrollaron y los voceros quedaron agotados de la gritería. Pasó la jornada. Luego vendrá otra. Entre tanto, el arriendo se acumula y los trastes volverán a la calle.
RAFAEL ANTONIO PABÓN