CÚCUTA.- Luis Hermides López llegó a la avenida 4 con calle 14. Miró al frente y no encontró el letrero con el que se identificaba el colegio que lo educó y formó como ser humano. En el plantel cursó los cinco años de primaria y los seis de secundaria. Siente orgullo de ser bachiller del San Juan de la Cruz.
El 25 de noviembre de 1977, los estudiantes de último grado recibieron el cartón que los acredita como exalumnos de esa institución. El acto se cumplió en el vecino Sagrado Corazón. “Era viernes”, recordó López, y la fiesta, al día siguiente, en el Club Cazadores. Requisito, llevar corbata.
Han trascurrido 46 años desde aquel entonces. La puerta ahora no es de madera, en el interior no están la caseta metálica ni el gigante árbol de mango. Tampoco se escucha la algarabía que se formaba a la entrada de los estudiantes de los 11 grados.
López buscó a sus compañeros Fabio Araque, Tito, Rafael Mora, Labrador, Samuel Salazar, Alberto Duarte, Martínez y no los encontró. Tampoco vio a Pedro Martínez, ni a doña Teresa y Juan Guerrero. Menos a los profesores que le enseñaron a leer y escribir, sumar y multiplicar, filosofar y repasar la historia.
Para no partir triste repasó la lista del grupo en WhatsApp, Los pelados del San Juan, y vio los nombres de Josué Amado, Juan Antonio Nieto, Carmiña, Carlos Quiroz, Álvaro Cárdenas, Amparo Parra, Betty, Carlos Chaustre, Doris Martínez, Enrique, Fredy Núñez, Jaime Niño, Julio Soto, Luis Beltrán, Luis Fernando, Luis Alfonso León, Mery, Nasly Rojas, Nhora Takemiche, Omar Ruiz, Orlando, Orlando Antolínez, Samuel Mendoza, Samuel Ramírez y ocho números telefónicos que no identificó.
Se regocijó con el recuerdo y se perdió en la inmensidad que ofrecen las calles cucuteñas. Quedan las imágenes, algunas borrosas, otras nítidas, de lo vivido en esa casona, que las remodelaciones, los arreglos, las reparaciones y los nuevos inquilinos no desaparecerán de la mente de quienes hace 46 años lucen con honor el título de Bachiller del Colegio San Juan de la Cruz.
- Despertad corazones a la aurora
de una hidalga y radiante juventud
con fulgores de luz redentora
con destellos de Juan de la Cruz.