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Sobre la mesa pequeña, plegable, reposan algunos de los elementos con los que arrancan suspiros a los incrédulos espectadores. / Foto: JONATHAN MOJICA

‘SHAMIR’ Y ‘ALADINO’. Los magos tienen por norma no hablar de los trucos

CÚCUTA.- Entregar un billete a un par de magos recién llegados de Venezuela no da seguridad. Menos, cuando la promesa es que enseñarán a multiplicar el valor del dinero. La desconfianza hace que la búsqueda en los bolsillos masculinos o en los bolsos femeninos demore más de la cuenta. Hasta que por fin aparecen $ 2000. Hay que tomar poco riesgo.

‘Shamir’ toma el billete, lo dobla una, dos, tres, cuatro, cinco, seis y siete veces. Cuando está reducido a la mínima expresión, comienza el conteo regresivo. Poco a poco lo desdobla y al estirarlo aparece otro billete, esta vez de $ 20.000. Los incrédulos espectadores abren los ojos y quedan admirados por la trasformación. La dueña del billete quiere quedárselo, pero hay que repetir el truco y le devuelven el de $ 2000. Desilusión.

¿Cómo lo hace?                                       

  • Es parte del trabajo. Es ilusionismo.

Los magos tienen por norma no hablar de los trucos que un día aprendieron, no para engañar al público, sino para divertirlo. No le sacan provecho a estas habilidades para timar, solo las utilizan como parte del espectáculo.

El dinero que multiplican es producto de la magia, del truco, de la habilidad manual. En eso consiste el trabajo, el secreto no se puede revelar.

El aprendizaje lo tomaron del hermano mayor, fallecido, y partieron hacia Venezuela. Era la época de las peras dulces, de los petrodólares y del poder adquisitivo del bolívar. Allá, pulieron el arte con maestros franceses, italianos y de otros países. Para sacarles provecho a los conocimientos comenzaron a viajar, a conocer y a llevar la magia a pueblos y ciudades.

Ahora, la situación económica no es la mejor del río Táchira para allá y regresaron a la tierra que los vio nacer. Volvieron con la ilusión de trabajar para conseguir lo que no alcanzaron a tener en suelo venezolano.

  • Somos cucuteños de cepa. Volvimos para subsistir, porque en Venezuela no hay cómo vivir. No hay comida. Aquí sí tenemos abundancia – reconoció ‘Shamir’.

Aquí estudiaron, aquí crecieron, aquí se criaron y aquí se sienten bien, porque es su casa. Se consideran legítimos cucuteños, nacidos en el hospital San Juan de Dios. Retornaron para trabajar y ganarse los pesos necesarios para continuar en el camino de la vida.

El público se divierte con los pases de magia. Sobre la mesa pequeña, plegable, reposan algunos de los elementos con los que arrancan suspiros a los incrédulos espectadores. De entre los utensilios sacan un abanico de colores, las palabras mágicas lo hacen cambiar de tono, más órdenes y otro matiz.

Niños y adultos gozan con el muñeco que desciende por una cuerda y a la voz de ‘pare’ se detiene en el recorrido. Escucha la contraorden y continúa el descenso. Más expresiones de admiración, por lo increíble que es la magia.

  • El fuerte de nosotros es la globoflexia, que consiste en hacer figuras de animalitos con globos.

‘Shamir’ luce un traje especial, brillante, que también usan en obras de teatro. Hace tres décadas representa a Jesucristo. Viéndolo con calma tiene algún parecido con el Mesías, a pesar de que lleva el cabello recogido y es de contextura débil. Los ojos claros, combinados con la barba descuidada, le dan el toque para hacer el papel en las tablas.

Al regresar a Cúcuta piensan que se quedarán para siempre. Se vinieron del todo de Venezuela y recorrerán a Colombia para mostrar el arte que tienen como opción de vida.

  • Para eso nos trajo Dios a Colombia, porque Colombia es grande, extensa. Hoy estamos aquí y después en otro lugar – dijo ‘Aladino’.
  • Estamos a la orden para todo lo quieran – remató ‘Shamir’.

Siguieron otros números. Cartas, cubos, sombreros. Aplausos y despedida. Hasta la siguiente función.

RAFAEL ANTONIO PABÓN

rafaelpabon58@hotmail.com

Sobre Rafael Antonio Pabón

Nací en Arboledas (Norte de Santander - Colombia), educado y formado como periodista en la Universidad de la Sabana (Bogotá), gustoso de leer crónicas y amante de escribir este género periodístico, docente en la Universidad de Pamplona (Colombia) y seguidor incansable del Cúcuta Deportivo.

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