1.-En las horas y momentos de tensión o cuando es exigente –por las circunstancias y las condiciones existentes – obrar con prudencia, lo apenas elemental y constructivo es permanecer serenos y atentos y no dar pie a un mayor agravamiento de los hechos, pero sin decaer o desistir en la defensa y proyección de los principios tutelares que orientan y determinan nuestra vida, tanto en lo individual como en la esencia responsable y asociativa de lo colectivo, porque lo general jamás debe relegarse. Y, además, porque cuando surgen la dificultad o los problemas es cuando debemos insistir, tal como lo apuntalaba – con acierto y con visión de perspectivas, Rudyard Kipling – al aludir a esos instantes “cuando marchen las cosas, como a veces suelen ir”.
2.-Sí, lo que experimentamos en la frontera –más activa y poblada del continente – ante los factores que han surgido en el proceso institucional de Venezuela y por las incidencias de concomitancias y situaciones que repercuten en el modus vivendi de estas áreas con características sui generis y que requieren de una solícita asistencia y atención de los gobiernos centrales, obliga a serias y responsables consideraciones y evaluaciones, porque estas fajas territoriales son los nudos articulares del proceso de integración, que desde 1821 se inició en procura de una mayor proyección y vitalidad asociada y fraternal, de los países bolivarianos y en especial de Colombia y Venezuela.
Creer o llegar a considerar que esa unión y concurrencia de procesos constructivos no es posible, constituiría no solo un atentado contra la tranquilidad y la paz, sino el descalabro institucional más equivocado, de la historia, porque sería retroceder en el tiempo y socavar lo que por la libertad y el desarrollo de esta parte del mundo se ha logrado. Por eso, y porque la paulatina confluencia de acciones convergentes y productivas nos conduce hacia empeños mayores y significativos en alcances y proyecciones, la frontera está llamada para servir de enlace y tea encendida – y con luz y vitalidad permanentes – para que en los altos niveles, como en las marginales y pequeñas localidades, se mantengan la identidad y el sentido de pertenencia que hemos construido como el afán y el empeño de producir cambios y trasformaciones, pero conjugando planes, programas y proyectos que sirvan para irrumpir en la competitividad de la presencia y participación internacional.
3.- Poner en duda las opciones y las posibilidades en procura de un beneficio amplio o dar ocasión a un mayor suspenso en las decisiones de fondo, que son indispensables y que se requieren cada día con urgencia, constituiría un retroceso imperdonable. Por eso, lo que cabe ahora y sin excusas es la maduración en actitudes y conductas que propendan por el avance y el desarrollo colectivo y estableciendo políticas de Estado, ejemplarizantes y propiciadoras, mediante acuerdos sobre incentivos, estímulos, mecanismos y reglamentaciones compartidas, que permitan un mejor y más evolutivo vivir.
Desde la frontera vale la invitación a la unión, al trabajo concertado y a la labor binacional progresista y en equipo, para generar investigación, capacitación y empleo.
JOSÉ NEIRA REY