CÚCUTA.
Clarines, en Venezuela, es el pueblo del estado Anzoátegui, fundado, el 7 de abril de 1594, por el colonizador español Francisco de Vides. Clarines, en Cúcuta, es la escuela de baloncesto abierta por el profesor Ángel Rondón, el 15 de noviembre de 2024. Los clarineses suman 40.000 y los niños que practican este deporte llegan a las tres decenas.
En el primer año del Club Clarines se han alcanzado varios objetivos, entre los que destaca la masificación de la disciplina. Al comienzo, solo cinco pequeños se acercaron para recibir las primeras clases. El entusiasmo y la constancia del técnico han aumentado el número de jugadores y ahora son 27.
Otro logro ha sido la comunión entre las madres de los baloncestistas. Son la familia que se reúne alrededor del balón para ver jugar a los hijos. Niños y niñas se divierten mientras estas mujeres están atentas del desarrollo de entrenamientos y partidos. Juntas comparten éxitos y amistad.
La tercera conquista está representada en medallas y trofeos alcanzados en las competencias, contra rivales de mayor experiencia. La última ganancia la obtuvieron en Villavicencio. Desde allá volvieron extasiados, porque demostraron lo aprendido en corto tiempo. El cansancio del viaje es parte del anecdotario.
Y para completar el círculo victorioso, en 12 meses, abrieron subsede en El Escobal, fruto del trabajo con compromiso y disciplina.
Nada de esto tendría el valor alcanzado si Ángel Rondón no se pone a la tarea de conseguir el escenario para las prácticas. Habló con la junta de la urbanización Bosques del Pamplonita para que permitiera tomar como sede la cancha, en el sector El Tierrero. Asumieron responsabilidades y obligaciones, hicieron un convenio, llegaron al acuerdo deseado y, hoy, el escenario es la sede de este grupo de niños soñadores y de madres felices.
Evelyn Fernández, madre de una jugadora, ha estado al frente del club. La tarea no ha sido fácil y los sacrificios han sido grandes para mantener con vida este grupo.
- Las madres, en este tiempo, han sido fundamentales. Sin ellas no habríamos ido a Villavicencio. Siempre dan apoyo, aportan ideas y hacen sugerencias para consolidar el club.
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Ángel José Rondón no tuvo tiempo para descansar. Luego del agotador viaje de regreso desde Villavicencio, asumió de nuevo el rol de técnico y convocó a los muchachos para el respectivo entrenamiento. No hubo estiramiento, ni reparación, ni crecimiento muscular, ni reducción del riesgo de lesiones, ni refrescamiento mental. A practicar se dijo.
La cita se cumplió en la cancha sede del Club Clarines y los jugadores, antes que acusar cansancio, estaban con niveles óptimos de energía, la recuperación activa se cumplió en casa. Allá, en el hogar, siguieron las normas de hidratación, nutrición, sueño y terapia del frío. Todo, bajo la supervisión materna.
El profesor es jugador activo de basquetbol y no quiere quedarse con el conocimiento, desea compartirlo con niños y adolescentes. El trabajo le demanda sacrificio y esfuerzo para mantener el club y llevarlo a sitiales donde el éxito comience a alumbrar el camino de los jugadores.
- El importante contar con buen grupo de padres, que trabajemos hacia el mismo lado para lograr los objetivos planteados.
Los pequeños comienzan el contacto con el deporte a los 9 años. De ahí en adelante están conformadas las categorías de 11, 14 y 16 años. Lo mismo para masculino que para femenino. En Villas de Escobal hay otros 15 niños y la intención es aumentar el grupo.
La experiencia ganada por Ángel José a lo largo de la carrera, le permite decir, sin rodeos, que en el grupo hay talento. En el maderamen conoció buenos jugadores y hoy abre los ojos para detectar a esos chicos que tienen condiciones, habilidades y prestancia para descollar en esta disciplina.
- Soy de los que opina que el talento está en los barrios. Para mí es un orgullo enseñarlos para que exploten esas virtudes que tienen.
En el campo de juego, Rondón quiere ser el entrenador amigo de los deportistas. Los aconseja, les habla, los anima a seguir el camino. Les dice que el éxito va de la mano con lo que cada cual pueda creer que será. El técnico pone a disposición las herramientas para que ellos construyan el futuro. Y está seguro de que en Norte de Santander el baloncesto toma otro aire fruto del trabajo de los clubes.
- Los niños son receptivos. Lo digo, porque los he acostumbrado a tener buen carácter. Les enseño que, si nos caemos, nos levantamos, que hay que pararse y seguir.
RAFAEL ANTONIO PABÓN
Contraluz.CO Sólo Periodismo



