Hoy, los periodistas de Colombia, en general, y los de Cúcuta, en particular, celebran el día que les asignaron para reflexionar acerca de la profesión, del trabajo que cumplen, del apostolado que deben desarrollar y de la ética que deben guardar.
En la capital de Norte de Santander son muchos los llamados a ejercer este oficio y pocos los que cumplen los postulados de sencillez, honestidad, honradez y pulcritud. El periodista Jorge Yarce, hace años, escribió este tratado que debería convertirse en el manual de vida de los comunicadores, graduados o empíricos. Feliz día colegas.
Es trabajar por la verdad, buscarla y aproximarse a ella por sobre los prejuicios.
Es informar a la comunidad de los hechos que merecen ser convertidos en noticias.
Es dar a conocer acontecimientos de interés público después de analizar y valorar bien los datos.
Es tener prudencia de no precipitarse y averiguar bien la validez de las fuentes de la información.
Es decir las cosas de forma que hablen los hechos sin notarse lo que piensa quien redacta la noticia.
Es preferible escuchar mucho a hablar mucho: tenemos dos oídos y una sola boca
Es no convertir en risa lo que es causa de dolor, ni en tristeza lo que es motivo de alegría.
Es saber que la calumnia es acusación falsa y que difamar es atentar contra la honra ajena
Es callar cuando con hablar los daños para las personas y la sociedad pueden ser peores.
Es averiguar por sí mismo y no repetir las cosas oídas sin verificarlas.
Es amar la exactitud y la imparcialidad en la noticia.
Es hablar y escribir con claridad, brevedad y corrección.
Es no mezclar nunca la información con las propias opiniones o emociones.
Es respetar el derecho del público a ser informado verazmente.
Es procurar, al redactar las noticias, no usar adjetivos que pueden ocultar la objetividad.
Es renunciar a la pasión política y a las emociones que enturbian la información.
Es saber preguntar y saber recoger las respuestas sin permitir que la información invente o deforme.
Es ayudar a clarificar problemas y no ayudar a crear más problemas.
Es estar en actitud de aprender porque el estudio es el mejor respaldo para informar mejor.
Es respetar a todas las personas cualquiera que sea su edad, condición o papel en la sociedad.
Es no condenar antes de que lo hagan los jueces.
Es procurar que el bien sea noticia.
Es dominar la técnica del oficio y perfeccionarse en ella como un buen artesano
Es poseer una cultura con una visión adecuada de la vida, el mundo y la sociedad.
Es distinguir muy bien entre actualidad, novedad e interés de la información.
Es no ceder a la tentación del poder de la información para someter o explotar a otros.
Es aceptar las limitaciones personales y la ayuda de los colegas: cuatro ojos ven más que dos.
Es luchar contra la vanidad de verse u oírse en letra impresa, en audio, en imagen o en texto virtual.
Es guardar celosamente lo que se le confía en reserva.
Es no perder la costumbre de rectificar las equivocaciones cometidas.
Es disciplinar constantemente la inteligencia, venciendo la pereza.
Es tener como respaldo seguro una actitud ética con base en una conciencia cierta y recta.
Es fomentar la curiosidad por cosas y personas y desarrollar un espíritu crítico con argumentos.
Es no fiarse solo de la propia experiencia: siempre hay personas que saben más que uno.
Es no despreciar el orden que, a veces, parece ser enemigo del oficio.
Es no cerrar la puerta a los errores para no dejar afuera la verdad
Es opinar, respetando siempre al lector y a quienes tienen opiniones diferentes.
Es no invadir la intimidad ajena con preguntas sobre el fuero de la vida personal.
Es amar y respetar la libertad de los demás para vivir con libertad la propia misión.
Es facilitar la participación del público para comentar la información.
En contribuir a crear una opinión pública al servicio de toda la sociedad y no de unos grupos.
Es trabajar siempre más por el bien común más que por el interés personal.
Es tener una pasión que dura toda la vida.
JORGE YARCE