CÚCUTA.- Alba Corrales Tabares y Diana Chávez González no se conocían. Un día, coincidieron en la sala de juntas de la Dirección Territorial Norte de Santander de la Unidad de Restitución de Tierras (URT). Compartieron experiencias sobre los procesos y las ganas de salir adelante, a pesar de las adversidades vividas como consecuencia del despojo de tierras.
Se percataron de que coinciden es que cada una tiene un padre amenazado por grupos al margen de la ley. Ambos fueron intimidados y desterrados con la familia. Huyeron hacia otras regiones del país para salvar la vida.
Otra similitud es que hoy recuerdan a sus padres fallecidos, lo que las ha llevado a liderar el seguimiento a las medidas que les otorgan las sentencias proferidas por los jueces especializados en Restitución de Tierras. Entre las que destaca la compensación de predios. El Estado las favoreció con un terreno en similares características al que perdieron, aunque en un lugar diferente.
Luego de convertirse en beneficiarias de la URT, Alba y Diana fueron citadas para entregarles las resoluciones de dispersión de recursos económicos para el inicio de proyectos productivos en sus fincas. El reconocimiento se convirtió en fuente de ingresos familiar y la posibilidad de impulsar los predios como despensas agrícolas para la región.
Desde el área de Proyectos Productivos de la Dirección Territorial Norte de Santander se desarrollaron estudios previos en cada finca, con el fin de conocer qué tipo de semilla podría sembrarse, teniendo en cuenta pisos térmicos, condiciones climáticas y experiencia de los beneficiarios.
En el predio de Alba Corrales, en la zona rural de Cúcuta, se cultivará arroz, mientras que en el de Diana Chávez, en El Zulia, se sembrará cacao.
“Cuando amenazaron a mi papá, tuvimos que irnos para un pueblo de Antioquia, donde tenía unos hermanos. Allá duramos muchos años sin saber nada de la tierrita”, dijo Alba. Al regresar acudieron a la Unidad de Restitución de Tierras y recibieron la compensación del predio.
Diana Chávez relató que “mi papá trabajaba en las minas de El Zulia y fue amenazado por uno de esos grupos. Lo secuestraron, pero como pudo escapó y tiempo después nos tocó irnos a todos. Mi mamá se enfermó de los nervios y mi papá años después falleció”.
Ahora, la familia se dedicará a la siembra de cacao, para cumplir el sueño de convertirse en microempresarios.
El área de Proyectos Productivos de la URT desembolsará, durante dos años, recursos directamente a los proveedores de maquinaria, de insumos y de semillas de cacao y de arroz, contratará mano de obra y construirá zonas de almacenamiento. La suma total será de $ 104 millones para las dos familias beneficiadas.