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PERFIL.  “Dios me perdonó y me tendrá en su gloria”: Pablo Jaimes

Pablo Jaimes  nació, el 22 de noviembre de 1928, en San Miguel (Santander). El sufrimiento lo ha perseguido desde la infancia,  cuando presenció la muerte del papá en 1930. Ahora, a los 86 años, cree que la muerte lo persigue, aunque no ha querido llevárselo, porque todavía tiene cuentas pendientes con el mundo.

La piel morena y envejecida da cuenta del dolor que soportó en la juventud. En el pueblo natal entró a la escuela y curso hasta segundo de básica primaria. Viajó a  Bucaramanga para terminar los estudios y vivió ahí hasta cumplir 17 años. Un día tomó la decisión de irse para Venezuela a trabajar y se empleó como obrero en varias fincas.

La aventura solo duró tres años. Volvió a San Miguel y a los ocho días de estar en casa murió la mamá, corría noviembre de 1948. Un año después, se fue a vivir a Villa del Rosario, donde lo reclutaron para el Ejército. Prestó servicio militar  17 meses. Además de destreza para el manejo de las armas, se ganó el apodo de ‘Piel roja’. La guerra política de mitad de siglo XX enfrentaba a conservadores contra liberales.

El atentado en el que murió su padre y que dejó con el rostro destruido a su madre, lo cometieron miembros del partido azul. Los recuerdos están frescos en este hombre de 1,55 metros de estatura y cabello blanco como la nieve. Los movimientos corporales están supeditados al uso del bastón.

La pierna derecha acusa la fractura que sufrió un día y la izquierda no soporta el peso del cuerpo. Viste camisa verde y pantalón café. Los ojos pequeños y caídos expresan tranquilidad. Permanece sentado en el patio de una casa pequeña, construida con latas y costales, rodeada de  árboles.

El repaso a su vida lo hace bajo el cielo resplandeciente que deja traslucir los rayos intensos del sol. El calor es insoportable. Nadie lo acompaña en este lugar, donde la soledad lo mortifica. Es el menor de cinco hermanos, cuatro  hombres y una mujer, ninguno está vivo, solo queda él. En una  ocasión se casó, pero la vida que llevaba obligó a la esposa a abandonarlo. No buscó otra compañera.

En San Miguel, el terrateniente Domingo Gómez lo llamó y le dijo que se pasara al bando de los liberales. Si no obedecía debía irse de aquellas tierras. Jaimes decidió abandonar el pueblo y unirse a la resistencia civil. De ahí en adelante la vida fue otra.

En 1953, el país vivió el golpe de Estado que encabezó el teniente general Gustavo Rojas Pinilla para sacar del poder a Laureano Gómez. Los liberales dejaron de esconderse. Hernán Torres era el comandante del escuadrón guerrillero al que pertenecía Pablo Jaimes. En el monte conoció y aprendió de traiciones, de muertes y de negocios oscuros. Entre amigos se mataban por el valor sucio del dinero. La mente del ‘Piel roja’ se llenó de nombres. Mencionó a Lorencio y ‘Tábano’, Domingo Gómez y Luis Peñaranda, Rencio.

El 7 de diciembre de 1954, es una fecha inolvidable para Pablo Jaimes. Ese día cometió el primer crimen de su viuda. Asesinó a ‘Tabano’. “Le disparé en el pecho, porque me había tendido una trampa”. Desde entonces, varias veces lo intentaron asesinar, pero les ganaba de mano. Luego siguieron Diogracias y otros 45 hombres.

Así, se ganó el respeto de los habitantes de Villa del Rosario, Ureña y Cúcuta. Huían cada vez que lo veían con el rifle a la espalda, el cuchillo en la cintura y el porte firme de hombre fuerte y sin miedo. En ocasiones asaltaba los buses que se dirigían a Ureña, y se llevaba todo lo que encontraba.

En febrero de 1956, cayó preso en Bucaramanga y duró interno 11 meses. En enero, abrió el candado de la celda mientras los guardias dormían, llegó al patio, saltó el muro  y escapó. “Los policías me persiguieron, pero me les escondí. Tomé un carro para que me llevará a Café Madrid, allá se encontraba un amigo mío, Carmelo”.

Durante cuatro años trabajó como obrero en una fábrica de tabaco. Conoció a Ana María, se casaron y tuvieron seis hijos. Cuando decidió regresar a Cúcuta la esposa lo abandonó. “Estaba cansada de estar huyendo, porque yo era prófugo de la ley. Me dijo que me buscara otra mujer, que no iba a estar más conmigo”. Y se fue.

Al regresar a Cúcuta, en 1970, volvió a caer preso en La Parada. Solo duró siete días en prisión. En ese año, Manuel Marulanda, alias ‘Tiro Fijo’, lo llamó y le ofreció que comandara un frente guerrillero. Pablo Jaimes se negó y prefirió quedarse en la ciudad y trabajar.

Ahora, es miembro de la iglesia adventista del Séptimo Día, se bautizó y cambió el estilo de vida. Cree que Dios ha perdonado sus pecados y que la muerte lo persigue. “Una vez, llegó un amigo a visitarme, detrás había una sombra, me sorprendí y le pregunte ‘¿viene por mí?’ Contestó que todavía no. Dio la vuelta y antes de llegar a la puerta se desvaneció”.

Está seguro de que esa sombra era la muerte, a la que describe negra, fría y sola, como el demonio. Dios lo cuida de todo peligro y después de hacer todo el mal que hizo aún lo tiene con vida. Pablo Jaimes tiene 86 años, está abandonado por los hijos pero querido por los hermanos de la iglesia.

“El Señor me tiene con vida, porque aún estoy pagando todos los pecados que cometí. No me quejo de nada y disfruto del dolor en mi cuerpo. Sé que Dios me perdonó y me tendrá en su gloria”, dijo y esbozó una sonrisa que iluminó su rostro.

ZORETH JAIMES

Estudiante de Comunicación Social

Universidad de Pamplona

Campus Villa del Rosario

 

Sobre Rafael Antonio Pabón

Nací en Arboledas (Norte de Santander - Colombia), educado y formado como periodista en la Universidad de la Sabana (Bogotá), gustoso de leer crónicas y amante de escribir este género periodístico, docente en la Universidad de Pamplona (Colombia) y seguidor incansable del Cúcuta Deportivo.

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Un comentario

  1. Que tristeza que la historia de mi querido tío Pablo se cuente de forma errada, espero que investigue e indagué a las personas cercanas y familiares que realmente conocen a Pablo Jaimes Delgado.

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