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Las marchas multitudinarias de los profesores son las más recientes demostraciones de este inconformismo.

OPINIÓN. Visibilizar las falsas promesas

Hablar de educación en Colombia se ha vuelto imperativo, no solo por las justas demandas de mejoramiento que hacen los docentes en el país, sino porque representa el pilar fundamental del desarrollo social.  Más aún, teniendo en cuenta que el Gobierno la ha puesto como bandera de sus programas sintetizados en tres palabras: paz, equidad y educación, que encierra un mundo infinito de posibilidades si logran concretarse.

La paz, según el presidente Santos, está resuelta con el proceso del fin del conflicto con la Farc, grupo guerrillero que sembró el terror durante más de 50 años. Lo anterior, representa un paso agigantado para consolidar un ambiente sosegado para la sociedad. Sin embargo, la paz no podrá afianzarse en medio de injusticias. Por eso estamos lejos de la equidad. Una equidad que contempla la ruptura de barreras laborales, económicas y educativas  que en nuestro país se ve reflejada mucho en el papel, pero poco en la práctica.

Las manifestaciones de hastío, de indignación, los paros de varios sectores hacen visibles las promesas incumplidas y reafirman la ausencia de oportunidades, de justicia y de equidad. Las marchas multitudinarias de los profesores son las más recientes demostraciones de este inconformismo. ¿Cómo puede lograrse un país educado? ¿Cómo llegar a ser la nación, en Latinoamérica, más educada en 2025?

Tarea difícil si se tiene en cuenta el contexto general sobre el que se rige la educación, en la que los recursos se han disminuido considerablemente y por lo cual varios secretarios de Educación se manifestaron ante el Gobierno.

Paralelo a esto, la corrupción galopante que merma estos recursos hace el panorama más oscuro y las instalaciones educativas sufren las consecuencias con infraestructuras antiguas que representan peligro para los estudiantes, falta de pupitres, ausencia de dotaciones tecnológicas, falta de personal administrativo, de orientadores, de vigilantes. Esto último, convierte a  muchas instituciones en sitio preciso para sufrir el embate  delincuencial   hurtando lo que el Gobierno ha proporcionado. ¡Contradicción!

Educación, palabra que interioriza la satisfacción personal, el engrandecimiento del alma y la exaltación del espíritu; condiciones que llevan al ser humano a su posición de privilegio en el universo.

Educación, sin distingos de estratos, en la que los niños de menos recursos económicos accedan con calidad a los conocimientos, tengan  en las aulas recursos didácticos que profundicen y hagan más amena la disertación del profesor, tengan alimentación balanceada, las instalaciones o ambientes escolares, como se evalúa en el Día E (Día de la Excelencia Educativa) sean cómodos y no donde 40-50 niños estén hacinados.

Esta última situación en discusión sobre una reforma a largo plazo del Sistema General de Participaciones que establece el número de estudiantes por cada profesor, pero que en Colombia se exceden en forma vergonzosa.

El pliego de peticiones se radicó, el 28 de febrero, y la respuesta fue dilaciones que condujeron a la situación.  A groso modo cito los puntos que se contemplan:

1.- Mejoramiento de la política educativa  incrementando  las fuentes de financiación  a 7,5 % del Producto Interno Bruto

2.- Estatuto Único  Docente

3.- Cumplimiento de los acuerdos del 7 de mayo de 2015

4.- Mejoramiento del el sistema de salud

5.- Pago puntual de las prestaciones económicas

6.- Garantías sindicales.

Por todo esto, por las promesas incumplidas, es que se protesta como medio legal para exigir los derechos vulnerados y la comunidad debe conocerlos y no criticar a los docentes ubicándolos como personas que “exigen mucho”.

ISBELIA GAMBOA FAJARDO.

isbeliagamboa@hotmail.com

Foto: doralnewsonline.com

 

 

Sobre Rafael Antonio Pabón

Nací en Arboledas (Norte de Santander - Colombia), educado y formado como periodista en la Universidad de la Sabana (Bogotá), gustoso de leer crónicas y amante de escribir este género periodístico, docente en la Universidad de Pamplona (Colombia) y seguidor incansable del Cúcuta Deportivo.

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