Llega el tiempo de la Navidad, y con él un ambiente especial se esparce por las personas y las comunidades. Para su celebración, que tiene acontecimiento central el nacimiento de Jesús, la Iglesia nos prepara mediante le tiempo litúrgico, llamado Adviento, que significa venida.
En este tiempo la comunidad celebra, el 7 de diciembre, la llamada Noche de Velitas, como víspera de la gran celebración de la Inmaculada Concepción. Esta costumbre está esparcida por Colombia, muchos países de Latinoamérica y el mundo. Tiene su fundamento último en que la Virgen maría, que lleva en su vientre a Jesús, luz del mundo y concebido en ella por obra del Espíritu Santo, la convierte en ‘estrella de la mañana’ que preanuncia la venida del sol naciente, que es Jesucristo.
Esta costumbre popular tiene para el cristianismo un gran significado que lo compromete. El cristiano, que por el bautismo es limpiado del pecado original e insertado en Cristo y por esto convertido en Hijo de Dios, templo del Espíritu Santo y miembros de la Iglesia, es un iluminado, es una persona que ha renacido a la vida divina. Esta realidad compromete, profundamente, al bautizado a ser luz del mundo mediante una vida que se mueve en los parámetros de la verdad y el bien, y alejado, por consiguiente de toda mentira y maldad.
Celebremos, por tanto, el Día de las Velitas con gozo y en familia, pero que sea una preparación para la celebración de la solemnidad de la Inmaculada Concepción, que es una fiesta litúrgica importante y a la vez nos compromete a brillar en el mundo por nuestras buenas obras.
JULIO CÉSAR VIDAL ORTIZ
Obispo de Cúcuta