Es tema de no acabar, pues es norma en Colombia que cada que se presenta un fenómeno natural nuestros gobernantes se reúnen para pronosticar soluciones a lo que se pronosticó y prometió dilucidarse en administraciones anteriores.
Eso es lo que ocurre con el Fenómeno de El Niño, que deja sin agua a las principales cabeceras humanas en Norte de Santander. Como en un sainete previsto, el director de Corponor del momento, el gobernador del momento, citan a Gestión del Riesgo, meten en el bojote a todas las ‘ías’ y dicen lo mismo.
Que se perseguirá a quienes capten agua de los ríos de manera ilegal. Vale, entonces, preguntar ¿cuándo en los ríos Pamplonita, Táchira o Zulia no han existido captaciones ilegales? ¿O es que son legales cuando el río abunda e ilegales cuando el río escasea? O sea, ¿hasta ahora nos hemos percatado que extraer el agua a los ríos de esta manera es delito?
El problema no está en las amenazas a las captaciones ilegales. El problema está en la incoherencia en las políticas de preservación aplicadas por Corponor; luego entonces cómo se explica que se declare reserva natural a Sisavita, en una de las ramificaciones del Páramo de Santurbán, donde nace el río de La Plata, que más adelante se llama Zulia y la quebrada Blanca, que después será el Pamplonita y sea el mismo Corponor, luego, el que otorga los permisos para deforestación y tala a lo largo de cientos de kilómetros. Y, en muchos casos, algunos de los funcionarios, reciben dinero de los finqueros para que se les permita la tala y la ganadería en zonas de páramo y cuencas de los ríos. Lo que entonces debería perseguir Corponor, no es a quienes toman el agua de los ríos, porque esto toda la vida se ha hecho, sino a sus funcionarios permisivos e irresponsables.
Miremos las noticias. Incendios en las cabeceras del Cerro La Vieja, en Chinácota, por allá se arrastra un hilo de agua que anteriormente se llamó quebrada La Honda; escasez de agua en la provincia de Ocaña, el río Algodonal, que más adelante se llama Catatumbo es un mísero hilo de agua asaltado por parceleros a lo largo del recorrido. Otros ríos se murieron y cientos más son historia, el Pamplonita por ejemplo, se nutría del Iscalá, La Honda, Tascarena y cientos de quebradas que ya no existen.
El Sadinata no es ese poderoso río que irrigaba las tierras de La Llana y el nororiente del departamento hasta la frontera con Venezuela.
¡Norte de Santander tiene sed! y no por el Fenómeno de El Niño, sino porque las políticas, en cuanto a la conservación de cuencas hidrográficas, son erradas y llenas de intereses que en nada benefician a la región y menos a los ríos y sus afluentes que se deben preservar.
Por eso no vale volver a pronosticar lo pronosticado. Esta nueva administración de Corponor, a cargo de Gregorio Angarita Lamk, debe asegurarles y garantizarles a los nortesantandereanos que de verdad y en serio, se invertirá en la preservación de los recursos hídricos, pues entonces no serán El Niño o La Niña los que acaben con el agua en la región, sino la incoherencia y la falta de voluntad de los gobernantes para hacer cumplir la Ley Ambiental y no trastocarla en beneficio propio o de los demás, porque el día que falte el agua, también escaseará, incluso, para aquellos que recaudan a costa de su permisividad.
Entones, veremos con estupor que de nada valen dinero ni posición frente a la necesidad de un recurso que nos pertenece a todos de generación en generación como la naturaleza, el aire, el sol, pero en especial el agua, que hoy escasea y no cuidamos.
JUAN RICARDO GÉLVEZ
Foto: PRENSA MECUC
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