CÚCUTA.- Patricia Rodríguez tiene 46 años, es tecnóloga en administración de empresas de la universidad Santo Tomás, casada y con hijos. Ahora, tiene otros 38 ‘hijos de vida’, a los que cuida y orienta como a los que nacieron del matrimonio. Esta semana estrenó casa y está feliz, porque puede darles techo a esos muchachos que conoció por su labor misional.
Esta cucuteña es la directora del Megacentro Santiago Apóstol, en el barrio La Carolina. Para comprender a estos jóvenes, a los que quiere alejar del mundo de las drogas, aplica las herramientas aprendidas en casa. “Mi herramienta fuerte es trabajar con ellos como trabajé con mis hijos. Quererlos y sentirlos como los hijos de vida”.
La afabilidad queda a un lado al defender a los inquilinos del Centro Permanente ‘Jóvenes para Grandes Cosas’. “No son peligrosos”, lo dijo con decisión para que se termine el estigma. “El común de la sociedad siempre piensa que son agresivos y peligrosos, pero no”.
El problema base que arrastran no es el consumo de alucinógenos. El problema parte del hogar, donde han sido maltratados por diversas razones. Algunos, son niños no deseados. Estas situaciones los lleva a esconderse detrás de las drogas. “La droga no es el problema, simplemente es la muestra de que hay un problema de base en la familia”.
Parte de los 14 o 18 años, la han pasado en la calle. En esta nueva casa, grande, amplia, tienen las comodidades que no disfrutaron en el hogar. El inmueble cuenta con 39 habitaciones, 22 baños, cocina, comedor, próximamente, tendrá cancha múltiple.
El mantenimiento y sostenimiento resultan costosos. “Si entráramos a pagar el alquiler de la casa no podríamos. Son millones”. Por cada joven el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar paga un cupo. Pero a la hora de gastar, los recursos son insuficientes. Otra manera de sostenerse es mediante auxilios externos.
Los muchachos participan en dos programas:
1.- Centro de emergencia. Es transitorio. Vienen por 10 días, mientras se ubica a la familia y se hace el restablecimiento del vínculo familiar. En este momento hay cinco cupos en esa modalidad.
2.- Internado, restablecimiento de derechos en conflicto con la ley. Son jóvenes que pasan a hacer procesos de entre tres y seis meses. Son enviados por defensores de menores y llegan con problemas de drogas sicoactivas.
El Megacentro es orientado por la fundación El Faro. A Patricia Rodríguez se le metió en la cabeza que la organización podía abrir sede en Cúcuta y lo propuso al director general, el padre Buriticá. El sacerdote accedió ante la insistencia y abrió la ‘sucursal’ en el 2010.
Al principio, la casa estaba en Santa Cecilia, en cercanías del Casd, en un inmueble en comodato con la Gobernación. La administración departamental dio por terminado el contrato sin explicaciones. La Alcaldía de Cúcuta acogió el proyecto. El deseo es que haya entre 150 y 200 jóvenes.
El nombre de Santiago Apóstol obedece a dos razones. Primera, la fundación siempre les pone nombres de santos a las casas. Es el protector de los muchachos. Segunda, en agradecimiento al alcalde Donamaris Ramírez se escogió el nombre de su hijo Santiago.
“Soy nacida en Cúcuta, quiero a mi tierra, me gusta trabajar por esta población y estoy totalmente comprometida con estos programas. Para estar aquí se debe tener el deseo de ayudar y de aprender a amar a esta población”.
Patricia Rodríguez llegó por casualidad, o por causalidades y coincidencias, como prefiere llamarlo. Entró como voluntaria para dictar clases de artes manuales e inglés; luego, a ofrecer talleres, y, ahora, es la directora. La acompaña un equipo clínico conformado por una sicológa, una terapeuta ocasional, una trabajadora social, dos pedagogas, dos trabajadores terapéuticos, una odontóloga y un médico. “Hay jóvenes salidos de la fundación que llegan para cumplir apoyo, los fines de semana. Es un equipo clínico bien conformado”.
RAFAEL ANTONIO PABÓN
ha santiago apostol le falta ser mas una
familia para con las personas q se encuentran aya y yo digo eso por esperiencia yo estube y le falto mas interes para co las personas q estabamos alla