Como es de conocimiento general, el pastel de garbanzo es uno de los iconos de nuestra cultura culinaria, también es muy importante conocer su historia en forma de leyenda. Historia que los otorgantes del premio Guinness Récord debieran conocer.
CÚCUTA.- Cuenta un campesino de El Carmen de Tonchalá que, por allá, en 1835, una pareja de exploradores de origen palestino, a quienes comúnmente llamamos turcos, buscaron refugio en estas tierras, huyendo de las guerras de esa época. Muchos, hoy tienen gran descendencia cucuteña.
Decía el campesino que cerca de las montañas, entre Morretón y El Carmen de Tonchalá, los turcos llevaban muchos días de camino y en las alforjas solo quedaban unas bolsas de granos de garbanzo y harina de trigo, traídos del Medio Oriente.
Con los víveres agotados y el garbanzo triturado por el movimiento entre la silla del caballo y los aperos, quedó una maza amarilla que no podían desperdiciar, junto con algo de harina de trigo. Se detuvieron en una casita cerca del río Zulia y le pidieron a la dueña, humilde campesina madre de ocho hijos, de nombre Ramona, que les permitiera descansar y preparar algún alimento.
La mujer aceptó y dejó la ahumada cocina a disposición de los turcos. Allí predominaban el plátano, el arroz y la manteca de cerdo. Doña Leyla, la turca, quería preparar un pan árabe con la harina de trigo que traían. Doña Ramona insistió en prepararlo, mientras que los visitantes irían al río a pescar. Leyla aceptó ante la insistencia de doña Ramona, quién no hizo el pan árabe.
Tomó el garbanzo molido, le agregó sal, carne molida y especias. Hizo unos envueltos parecidos a un sombrero y los fritó en manteca de cerdo. Cuando llegaron los turcos (Leyla y Kalid) con una sarta de seis bocachicos, el pan árabe no estaba en la mesa. A cambio, había una bandeja con 15 piezas de maza en forma de sombrero. Quedaron sorprendidos y desconfiados.
Ramona insistió para que los comieran. Asintieron y los probaron. Quedaron gratamente sorprendidos con el exquisito sabor de los sombreritos de mesa y no paraban de comer, dejando de lado los bocachicos.
Ramona les enseñó la receta y los turcos se establecieron en Cúcuta. Transmitieron a descendientes y amigos el arte de preparar el hoy famoso patrimonio cultural y gastronómico de los cucuteños, el pastel de garbanzo.