CÚCUTA.- El 17 de diciembre de 2010 es una fecha de ingrata recordación para los gramaloteros. Ese día, el pueblo se les acabó y comenzaron a deambular por el departamento en busca de refugio. En varios municipios encontraron albergue, pero no se sentían cómodos porque no estaban en las amplias casas del pueblo que los vio nacer y crecer de generación en generación.
El Gobierno prometió ayuda inmediata. El presidente Juan Manuel Santos, al hablar del reasentamiento, dijo que sería modelo para Colombia. Mientras los campesinos pasaban necesidades y soportaban el maltrato de la ciudad, los dirigentes no se ponían de acuerdo para escoger el lugar donde se levantaría el nuevo casco urbano.
Hasta que por fin decidieron que sería en Miraflores. El tiempo pasó lento para quienes aguardaban soluciones. El Fondo Adaptación, criticado por la parsimonia para iniciar los trabajos, asumió la tarea encomendada y al cabo de los años entregó las primeras casas. El trasteo de los habitantes se hizo en medio de caravanas, bullicio y algarabía.
Gramalote, el nuevo, se convirtió en lugar turístico, más por conocer cómo había resurgido luego de la catástrofe natural, más por curiosidad, más por chismorreo, que por interés real por saber si las necesidades estaban resueltas para esa población cansada de sufrir.
La modernidad de las estructuras, la diferencia abismal con la arquitectura ancestral, la distribución de las viviendas, la variedad en la presentación de los espacios públicos y la dinámica de los proyectos hacen ver al municipio como un barrio de la capital de Norte de Santander y no como ese pueblo envejecido y cargado de historias que conocieron y disfrutaron los gramaloteros.
Han trascurrido los años y los problemas no se agotan. De la indecisión para escoger el lugar ideal para la construcción del nuevo caserío, se ha pasado por el inconformismo de los afectados, la desidia oficial, la malversación de recursos, la pasividad de la dirigencia política y la demora en la ejecución de proyectos.
Ahora, a ese cúmulo de inconvenientes, y cuando se cumplen siete años de la madrugada aciaga, la Contraloría General de la Nación le hace sus agregados:
1.- Deficiencias en los diseños y ejecución del contrato para la construcción de la vía de acceso, Tramo II.
2.- Las deficiencias en los diseños incidieron en que no se haya culminado la construcción de la vía, por lo cual se generó una nueva contratación para la terminación de las obras inconclusas.
3.- En el caso de las viviendas, se detectaron deficiencias en la calidad constructiva, de urbanismo y evidentes atrasos en su entrega a la comunidad beneficiaria, lo cual ha afectado el cumplimiento oportuno del proyecto.
La Contraloría determinó cinco hallazgos con presunta incidencia fiscal por $ 6371 millones, en la Auditoría de Cumplimiento al Macroproyecto Gramalote, ejecutado por el Fondo Adaptación. Lo anterior, producto de la revisión de los Contratos de Obra 140 de 2015, cuyo objeto fue la construcción de la vía de acceso a Gramalote, tramo vía Miraflores – Vía Lourdes, por $ 25.966 millones, y el 165 de 2015 para la construcción de 1007 soluciones de vivienda, por $64.643 millones.
Los hechos presuntamente generadores del daño fiscal, corresponden a aspectos relacionados con deficiencias en los diseños y en la ejecución del contrato de obra Vía Lourdes – Miraflores, por mayores valores pagados por ítems de obra, lo cual generó una nueva contratación para la terminación de los trabajos inconclusos (Contrato 264 del 25 de octubre de 2017). Esta situación repercute directamente en el costo final del proyecto.
Respecto a las viviendas, se evidenciaron deficiencias en la calidad constructiva (hitos de estructura, mampostería, cubiertas, obras de mitigación y de urbanismo) y atrasos en la entrega a la comunidad beneficiaria. Estas anomalías afectaron el cumplimiento oportuno de la finalidad del proyecto Nuevo Gramalote
Como resultado de las evaluaciones adelantadas por la Contraloría, se establecieron 10 hallazgos administrativos de los cuales 9 tienen presunta incidencia disciplinaria y 5 presunta incidencia fiscal por $ 6371,10 millones.
La auditoría, practicada por la Contraloría Delegada para Infraestructura Física, se adelantó de manera articulada con la Controlaría Delegada para la Participación Ciudadana, que en ejercicio del Control Fiscal Participativo conformó la veeduría Ciudadana para la vigilancia a los proyectos y los programas anexos a la reconstrucción del Nuevo Casco Urbano de Gramalote.