SAN CRISTÓBAL – Venezuela.- En la Ciudad de la Cordialidad, San Cristóbal, y, en la Ciudad de los Caballeros, Mérida, pobladas por gente honesta y trabajadora, amante de la paz, con motivos suficientes para protestar y elevar su voz de malestar, ahogada por múltiples problemas, los gobiernos nacional y regional han querido silenciar el descontento a fuerza de represión, uso indiscriminado de las armas, hostigamiento, tortura, privación y encarcelamiento de quienes, decididamente, a costa de su vida, han salido a la calle a protestar, con lo que se han montado sobre sus hombros el malestar y descontento de la población, de la casi totalidad del país.
San Cristóbal y Mérida han sido tomadas por un ejército de ocupación, el cual está integrado, para mayor malestar, por componentes militares cubanos, es decir, una fuerza militar extranjera que avasalla la patria de Bolívar, traída por los gobiernos nacional y regional, auténtico acto o delito de traición a la patria, el cual el Gobierno endilga a otros, como remordimiento de conciencia. Este ejército ametralla a la población, la castiga inmisericordemente, y, ante tales hechos, aspira a que la población aguante sumisamente.
El Gobierno se ha equivocado de banda a banda. Lo que nació, localmente, como una manifestación de protesta estudiantil ante la inseguridad que se vive en Venezuela y en las universidades nacionales, se ha extendido, como pólvora, a lo largo y ancho del país. En la actualidad, es todo un movimiento de protesta ciudadana por los cientos de males que aquejan a los venezolanos y la incapacidad de los gobernantes para asumirlos y buscarles solución.
El Gobierno, sin duda, desconoce la historia venezolana, o, por el contrario, la conoce muy bien y tiene temor de que algunos acontecimientos se repitan. Táchira y Mérida han escrito páginas heroicas en la historia de Venezuela. Por las venas de los tachirenses y los merideños corre sangre indígena y comunera, sangre libertaria. En sus territorios se dieron importantes batallas y, en Mérida, Simón Bolívar, recibe, por primera vez, el título de Libertador. Por consiguiente, es gente de paz, pero que no teme a la guerra, razón por la que el Gobierno se ha encontrado en estos pueblos con un bloque o frente de resistencia. Lo único que le ha faltado al Gobierno para acabar con este foco de resistencia, es bombardear a la población y sus intentos para producir miedo y temor, los ha efectuado con el sobrevuelo de aviones militares.
Existen innumerables formas de resistencia pacífica. Los estudiantes, inteligentes, sin duda, las están poniendo en práctica. Venezuela está colmada de obstáculos y de barreras políticas, sociales, jurídicas, administrativas, sociales y culturales y, al parecer, estas pasan con gran indiferencia. Lo que preocupa a algunos sectores son las llamadas barricadas, que, el Gobierno califica de ‘guarimbas’, las cuales, a todo evento, constituyen formas de protesta ciudadana. Impiden, ciertamente, el libre tránsito y causan molestias en la población; pero hay que entender que son medios de lucha y de resistencia, adquieren el carácter de medios de defensa y protección de los manifestantes ante la arremetida militar y policial, con todo un equipamiento de guerra, destructor de todo lo que consigue a su paso, incluyendo, vidas humanas.
Las mal llamadas ‘guarimbas’ son, verdaderamente, trincheras y, las mismas, son espacios de protección, similares a las que a diario construyen las fuerzas militares y policiales. Pero estas trincheras de la población no son para alimentar la guerra y las ansias de matar; por el contrario, son zonas, campos o espacios que buscan y propician la libertad de un pueblo subyugado. Bajo este concepto debe entenderse el uso de trincheras, por lo que resulta absurdo que se inculpe y destituya a alcaldes por no evitar su instalación.
Si el Gobierno piensa que es fácil acabar con la resistencia de un pueblo decidido a luchar por la libertad, el pueblo cuenta con más potencial bélico que un Alcalde para impedirlo, por qué no lo hace, simplemente, porque no puede, porque el sentimiento libertario es más fuerte que las balas. Las trincheras respiran libertad.
ABSALÓN MÉNDEZ CEGARRA