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Estoy feliz de volver a la ciudad que me vio nacer futbolísticamente. Me encontré con varios jugadores que estuvieron conmigo en el Cúcuta (1989 – 90) y estoy feliz de verlos y recordar anécdotas. / Fotos: contraluzcucuta

CONVERSATORIO. En Cúcuta empezaron mi carrera y mi historia, Tino Asprilla

CÚCUTA.- La tarde está por caer. Todavía quedan rayos de ese sol que en Cúcuta calienta hasta los 40 grados. En la biblioteca Julio Pérez Ferrero hay expectativa por ver al hombre al que hace muchos años la camiseta rojinegra le sirvió de catapulta para ganarlo todo en Europa mientras corría detrás del balón. Fue mucho lo que ganó, pero también perdió finales en Tokio, Copa Libertadores, Copa Italia, dos en Inglaterra y otra en Parma.

Faustino Hernán Asprilla Hinestroza llegó a la ciudad procedente de la escuela de fútbol Sarmiento Lora. Tenía 17 años y hasta ahora estaba en formación. No sabía ubicar a Cúcuta en el mapa, por eso en la maleta empacó sacos de manga larga. Nunca los usó. Tampoco tenía en mente viajar acá, creía que el destino lo pondría en Deportivo Cali o América. Solo era consciente de que quería ser jugador profesional. En el aeropuerto Camilo Daza no lo recibió nadie.

En la sede del Cúcuta Deportivo, Álvaro Vélez lo hizo esperar cuatro horas. Venía a prueba por un mes. Germán Aceros era el técnico, pero el que lo recomendó para que debutara fue Pedro Barbosa. El partido se disputó en San Cristóbal contra Deportivo Táchira y deslumbró. Esa presentación le valió para firmar contrato. El pase costó $ 10 millones. Luego, lo cedieron a Atlético Nacional por 150.000 dólares.

  • Estoy feliz de volver a la ciudad que me vio nacer futbolísticamente. Me encontré con varios jugadores que estuvieron conmigo en el Cúcuta (1989 – 90) y estoy feliz de verlos y recordar anécdotas.

Gafas oscuras, pantalón corto, franela blanca con rayas rojas y verdes, descomplicado y listo para conversar. Por compromisos publicitarios no pudo lucir la casaca motilona que le obsequiaron. Pero se la llevó. Seguro, en algún momento, en la intimidad del hogar, la desempacará y se la medirá sin que nadie lo vea. Será un secreto que el espejo sabrá guardarle.

Mostró agradecimiento para con el equipo y para con la ciudad, porque le dieron la oportunidad de convertirse en futbolista profesional. Aquí empezaron su carrera y su historia. Tiene razón al imaginar que quienes lo vieron conocen en dónde terminó y adónde fue a parar.

Cuando comenzó a ser el Tino jugó 20 partidos con el once motilón y marcó 6 goles. El debut en el fútbol profesional colombiano ocurrió contra Millonarios, campeón de Colombia. El General Santander no es testigo de ese hecho. La primicia se la llevó Hermides Padilla, en Ocaña, el 21 de mayo de 1989.

  • El primer gol que hice con el Cúcuta es inolvidable. Fui mi primer gol en el fútbol profesional. Fue un golazo. Centro de Danilo (Robledo) y lo único que hice fue cabecear al palo contrario de Goicochea.

Se jactó de que, casualmente, convertía contra los equipos grandes. Marcó contra Millonarios y Nacional. Es hincha de los equipos por donde pasó. Entre los que está el Cúcuta Deportivo. Tiene pintado el corazón con los colores del Parma (Italia), Newcastle (Inglaterra), Palmeiras y Fluminense (Brasil), Atlas (México), Universidad (Chile), Cortuluá y Nacional (Colombia), y Estudiantes (Argentina). Más la Selección.

A medida que avanza el conversatorio, salen a relucir otras historias y más anécdotas. El sol comienza a ocultarse. Es hora de quitarse las gafas y de hablar de las mejores defensas que enfrentó. Resalta la del Milán que llevaba 58 fechas sin perder, hasta que apareció Asprilla y les quitó el invicto.

 

En la mira del recuerdo mantiene a dos colombianos, a quienes los tildó de ‘sicarios con guayos’.

  • Gabriel Martínez y Orlando Rojas eran un par de asesinos. Se pintaban (la cara) como Rambo, como si fueran para la guerra.

No todo fue fácil en los 8 años que permaneció en el viejo continente. El frío italiano lo acobardó y lo hizo pensar en el regreso para Nacional, con sueldo europeo. De los 30 grados de Tuluá y los 36 de Cúcuta, bajó la temperatura hasta clamar: ‘Dios mío bendito, en dónde me metí’. Entrenaba con la nieve a la altura de la media pierna, los dedos de los pies y las orejas congelados. Así, jugaba un partido bien y otro mal. Intercalaba entre suplente y titular.

Vuelve el recuerdo a Cúcuta. A la casa del club, frente al Sena, en el barrio Sevilla, de la que se fugaba todos los días, a pesar de las normas de convivencia establecidas por el equipo. Hizo memoria y concluyó que todavía tiene un vale en la caseta de Miguelito. ¿Aprovechó para pagarlo?

  • A las 10:00 de la noche tenían que estar en la casa, si no le echaban llave. Me volaba en el triciclo del mayordomo. En esa época era terrible. Había un palo y un balcón y me subía por ahí. Fue una época de demasiado aprendizaje para mí, porque me sentía a gusto, cómodo.

Está seguro de que su historia se cuenta al revés. Dicen que era vago, mujeriego, lo acepta, sobre todo para un soltero. Pero lo que no se sabe es que se entrenaba y se esforzaba. Se exigía para rendir, porque si no no se estaría contando su vida, sino que se diría pudo ser, tenía talento y nunca llegó.

  • Lo que practicaba en los entrenamientos, me salía los domingos. No era casualidad que hiciera esos goles, era porque lo trabajaba. Me quedaba entrenando. Primero entrenaba y jugaba; después, me alcanzaba el tiempo para otras cosas.

La visita de Faustino Asprilla se dio en desarrollo de la Feria de los campeones, organizada por Gabriel Angarita. En la charla participó el periodista deportivo Jorge Enrique Rico.

RAFAEL ANTONIO PABÓN

rafaelpabon58@hotmail.com

Sobre Rafael Antonio Pabón

Nací en Arboledas (Norte de Santander - Colombia), educado y formado como periodista en la Universidad de la Sabana (Bogotá), gustoso de leer crónicas y amante de escribir este género periodístico, docente en la Universidad de Pamplona (Colombia) y seguidor incansable del Cúcuta Deportivo.

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