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El salón no tiene apariencia de galería, porque no es un lugar en el que se haga una exposición. Hay cuadros colgados, recostados, en la mesa, sobrepuestos y dejados por ahí. Cada uno guarda una historia. / Fotos: contraluzcucuta

CONVERSACIONES DE ENTRE CASA. No salgo a ninguna parte sin cámara:  Álvaro Sánchez Vargas

CÚCUTA.- Sobre la mesa del comedor, en la sala del apartamento, hay 50 o 60 cuadros ‘patas arriba’ y se disputan el espacio del mueble. Están ahí, puestos al azar, sin mayor orden y sin jerarquía. Son imágenes de cualquier parte del mundo que ha captado Álvaro Sánchez Vargas a lo largo y ancho del planeta.

El peregrino de la fotografía, como lo definió Guillermo Maldonado Pérez en la presentación del libro que recoge momentos de los viajes a todas las ciudades y a ninguna. Va, observa, apunta y dispara. Después, se regocija con la copia, la trabaja, la imprime y la convierte en obra.

De niño, tuvo contacto con las cámaras de su padre, el médico Alirio Sánchez; de joven, les tomó gusto a los equipos que congelan instantes, y de adulto, encontró en el teléfono celular el cómplice ideal para darle rienda suelta a esta afición, que el tiempo transformó en pasión.

Su padre usaba las cámaras más finas de la época. Eran alemanas y análogas. Después, Álvaro adquirió la Zenith, análoga, y la Cannon. Todo aquello que veía y le gustaba era declarado objetivo fotográfico. No tuvo un maestro para perfeccionar el conocimiento y la mirada. Uno le aporta esto, otro, aquello. Y así va, aprendiendo aquí y allá.

  • Hice un curso de rostros con un profesor de aquí, un fotógrafo.

El contrasentido es que a las personas no les toma fotos, aunque hay un par de excepciones. Están ahí, pegadas a la pared, cada una con un relato escondido. Son mujeres bonitas que bien valía fotografiarlas.

El salón no tiene apariencia de galería, porque no es un lugar en el que se haga una exposición. Hay cuadros colgados, recostados, en la mesa, sobrepuestos y dejados por ahí. Cada uno guarda una historia. A Álvaro le basta con voltearlo para recitar el nombre del sitio geográfico o de la ciudad a la que pertenece esa edificación o del país donde está esa montaña.

Antes llevaba a donde fuera el maletín cargado de lentes; ahora, le basta tener un buen teléfono celular para seguir recreándose mientras hace fotografías. Tal vez no tenga la cuenta de los países recorridos, tampoco sabe cuántos le faltan por visitar. Recuerda.

  • Estuvimos cinco horas en Estocolmo, para ir a Moscú. No tomé fotos, porque no tenía la cámara. Ahora no salgo a ninguna parte sin cámara.

La arquitectura y las fachadas de casas y edificios están entre los puntos predilectos para dirigir el visor.

Entre los proyectos que tiene para dar a conocer la versatilidad de la obra, piensa en una exposición con características particulares. No servirá para vender los cuadros, sino para repartirlos entre los asistentes. Todavía no se sabe qué se debe hacer para quedarse con un registro de cualquier lugar del universo. En el debido momento lo comunicará.

  • Serán regalados, porque para comerciantes no resulté.

Épocas atrás, apasionarse por la fotografía resultaba oneroso. Además de la cámara, había que comprar los rollos, pagar por el revelado o montar el estudio en casa. Entonces, tenía que equiparse, adquirir los químicos y otros elementos indispensables para trabajar.

Ahora, uno de los cuadros que hay sobre la mesa puede costar $ 20.000. Están impresos en material resistente. Si se enmarcan, el precio sube a los $ 150.000.

Los libros que ha impreso para recoger las fotos que más le gustan tienen una particularidad. Edita solo un ejemplar, el que muestra en la mesa de centro del apartamento. Una vida en imágenes recorre los años de Álvaro Sánchez, a manera de álbum familiar.

  • De pronto sale uno que diga grandes culturas indígenas de América.

RAFAEL ANTONIO PABÓN

rafaelpabon58@hotmail.com

Sobre Rafael Antonio Pabón

Nací en Arboledas (Norte de Santander - Colombia), educado y formado como periodista en la Universidad de la Sabana (Bogotá), gustoso de leer crónicas y amante de escribir este género periodístico, docente en la Universidad de Pamplona (Colombia) y seguidor incansable del Cúcuta Deportivo.

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