El presidente (Nicolás) Maduro, de Venezuela, dijo virilmente, que les había dado un duro golpe a las mafias cucuteñas por tener almacenados los billetes de 100 bolívares, de los que carece el fisco venezolano, pero está altamente equivocado o mal informado.
La realidad, señor Presidente, es que el golpe dado por su señoría no fue contra las mafias cucuteñas, sino contra el honesto comercio de la ciudad, que generosamente les abrió las puertas a los más de doce millones de venezolanos que vinieron a comprar los alimentos, las medicinas, las llantas, las baterías, los repuestos para automóviles, los jabones, los productos de tocador, el papel y las toallas sanitarias y demás productos de los que carecen en la patria de Simón Bolívar.
Lástima que el presidente Maduro no hubiera venido al Táchira para que hubiera presenciado el diario desfile de sus compatriotas, hombres, mujeres y niños de todas las edades, algunos en brazos de sus amorosas madres, otros en cuna, y mascotas de todas clases, provenientes de Caracas, Valencia, Maracaibo, Mérida, Maracay, etcétera, que venían diariamente y contabilizados por maquinitas, de las usadas por los laboratoristas para contar glóbulos rojos, como una constancia para la historia.
Sus paisanos, señor Presidente, no venían, como dijera un alto funcionario del estado Táchira, a visitar a familiares y amistades, sino a comprar los artículos de la canasta familiar. Pagaban con billetes de 100 bolívares, no con los de menor valor, para no tener que cargar con grandes bultos, si eran de menor significación; tampoco pagaron con euros o con dólares, porque no los tenían.
Es triste y lamentable el espectáculo de ver desfilar a miles de compatriotas suyos, todos los días, a pie, porque tampoco carros les permitieron traer y luego de regreso ese espectáculo, digno de guardar para la historia, contemplar a tanta gente de todas las edades, llevar cargados los bultos, las maletas, las tulas, con lo aquí compraron, con billetes de 100 bolívares.
Señor Presidente: conminar a sus paisanos a entregar esos millones de billetes en plazo tan perentorio a un solo banco o a muy pocos, y encima de ello volver a cerrar la frontera con vallas de alambre de púas, no deja de ser un contrasentido, porque la gente se quedó sin dinero para comprar en su país, después de largas colas, lo poco que encontraran, o para pagarles a sus empleados los altos salarios decretados por la altísima inflación, que tienen que soportar.
De ahí que sus pacientes paisanos se hayan rebotado y terminaran asaltando supermercados y bodegas, y en medio del desorden y la desesperación, destruyendo lo que encontraran, como ocurriera en la ciudad, símbolo histórico del Libertador, Ciudad Bolívar, antigua Angostura, donde se fraguó la lucha por la independencia de estos países.
Además de recoger los billetes de 100 bolívares, sin retorno a sus clientes, de ningún otro dinero, los entendidos en materias económicas sostienen que detrás de esa operación se desarrolló otra para lavar grandes cantidades de dólares almacenados, provenientes de la coca, de propiedad del ‘Cartel de los Soles’, ampliamente conocido por ser constituido por altos militares, a la cabeza de los cuales, dicen, permanece uno de los jefes de su Gobierno.
Señor Presidente, no se necesita ser sabio, ni adivino, para darse cuenta de que el país se le salió de las manos y lo más honesto y conveniente para la patria y su pueblo es que tenga el valor civil de dar un paso al costado y evitar que Venezuela se inunde con la sangre de sus paisanos, en una guerra civil, que en sus manos está evitarla.
Recuerde que el general Marcos Pérez Jiménez, gran gobernante, a quien se debe la mayoría de las más importantes obras de la nación, se retiró de la presidencia cuando comprendió que el pueblo no quería que lo gobernara, y se fugó a la sombra de una madrugada, antes que masacrar al pueblo, no obstante poseer todas las armas modernas en los cuarteles.
Este es un ejemplo digno de imitar, pero pensamos que su señoría, por su juventud no lo alcanzó a conocer, pero la historia lo tiene presente y aún es tiempo de ahorrarle a la patria del Libertador instantes más amargos de los que vive. La grandeza de un gobernante, señor Presidente, radica en ser grande, en saber sintonizarse con las aspiraciones del pueblo que gobierna, y en este momento un gesto de grandeza suyo para que el pueblo decida por su voluntad el destino que quiere darle a la patria que todos amamos, es retirarse pacíficamente del mando.
Atentamente,
JUAN VICENTE QUINTERO
Foto: Diario Las América