CÚCUTA.
Ahí, en el cruce de la Avenida Cero con calle 11, está el puesto de venta de bebidas heladas y confitería. Este sería un negocio ambulante más, si no estuviera atendido por la triple medallista de bronce en el reciente Nacional de Paratenis de Mesa, disputado en Cúcuta. También es pintora.
Hace medio siglo, Alba Luz Peñaranda fue víctima de la infección viral contagiosa que le paralizó las piernas. Esta enfermedad (poliomielitis), la mantuvo encerrada en casa por vergüenza, por miedo al rechazo social y por voluntad propia. Tenía 6 años y la vida comenzaba a oscurecerse.
Para movilizarse aprendió a manejar las muletas. Casi no hablaba con nadie y ni pensar en tener compañeros para pasar la vida. Un día, de esos que rara vez se repiten, apareció al ángel que le daría la vuelta a la existencia de esta mujer. No llegó con alas ni con promesas, solo la invitó al Sena (barrio Pescadero). Creía que la llevaba para inscribirla en alguno de los cursos que ofrece la institución.
Al llegar, la sorpresa fue mayúscula. Había ‘un mundo de gente en silla de ruedas’ y se dio cuenta de que no era la única que no caminaba. Se autoconsoló, aunque encontró otro bloqueo, nunca se había sentado en silla de ruedas. Y al mismo tiempo, asumió el siguiente reto, aprender a manejarla.
- Tengo desde el 2006, en el tenis de mesa. Jugaba basquetbol, después practiqué natación, tenis de campo, ajedrez y atletismo. El deporte me sacó del encierro.
El deporte ha sido de gran ayuda para el mejoramiento de la calidad de vida. Sonríe y se alista para contar los logros. Ha sido medallista paralímpica en tres oportunidades. Ahora, después de esos triunfos, se siente bien, porque al principio no le gustaba el pimpón.
En el 2019, obtuvo la presea de bronce en Cartagena. En el 2024, no pudo participar en los Nacionales Paralímpicos, porque no salió un documento a tiempo. La esperanza está puesta en el 2027 y va por la de oro. No se conformaría con metal diferente. Para alcanzar ese objetivo se entrena tres veces a la semana, en el coliseo menor Eustorgio Colmeneres.
- Cuando tenía el subsidio, trabajaba medio día y medio día se lo dedicaba al deporte. Se cumplieron los cuatro años y se acabó el subsidio.
Esa mujer silenciosa y cayada ha cambiado. Ahora, se la lleva bien con los colegas de disciplina, comparte juegos y ensayos, y compite en torneos. Nada, en este momento, le es difícil. Se mueve de un lado a otro, alrededor de la mesa y las bolas no le pasan tan fácil como al comienzo.
En medio de la dicha que da el subir al podio, aparece el accidente que no quisiera recordar. Este año, en los primeros meses, las llamas acabaron con la silla de entrenamiento, las pelotas y las raquetas. También, se quemaron los asientos que tenían para acompañantes y visitantes.
El golpe con la derecha es el fuerte a la hora de enfrentar rivales. Los contendores lo reconocen y hacen comentarios alentadores. Esa virtud le permitió brillar en el Nacional de Cúcuta (agosto). Al frente tuvo jugadoras de Cundinamarca y Córdoba.
- Me gané tres medallas de bronce. Una, en dobles femenino; otra, por quipos, y en individual, otra.
El tenis de mesa le ha dado todo. Le cambió la vida y la manera de ser; aprendió a manejar, ahora se traslada en moto. No conocía la calle y mucho menos sabía trabajar. El deporte le quitó la tristeza y se siente mejor en lo anímico y en lo personal.
El calendario del 2025 está cerrado. No quedan a la vista competencias, aunque la preparación continúa. A principios de año hay, siempre, viaje para Medellín. Es el primer compromiso de la siguiente temporada.
- Vamos a ver qué pasa, porque hay Ley de Garantías.
RAFAEL ANTONIO PABÓN
Contraluz.CO Sólo Periodismo


