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Estos actos para desmantelar contrabando no deberían efectuarse en momentos en que el paso humanitario por el puente internacional se lleva a cabo de manera pacífica. / Foto: Especial para www.contraluzcucuta.co

DENUNCIA. La Parada del Esmad y sus disparos de lesa humanidad

LA PARADA – Villa del Rosario.- En el puente internacional ‘Simón Bolívar’ sonaba la canción de los Tigres del Norte que dice “Soy muy bueno para el tiro y no hay forma de negarlo, vengo de Montería y no lo niego, soy un paraco”. El Esmad disparaba gases lacrimógenos a pocos metros del paso humanitario de colombianos y venezolanos. Bebés,  niños, enfermos, embarazadas, abuelos en sillas de ruedas y discapacitados fueron víctimas de las piedras a diestra y siniestra.

Para los abuelos, la frontera hace 60 años era el lugar más codiciado para mejorar las condiciones de vida. Por eso gran cantidad de oriundos de otros departamentos viven en este territorio. Pero nunca pensaron que llegaría el momento en el que el terror, la zozobra y la incertidumbre se apoderarían de aquel oasis de buena vida.

El viernes, en la tarde, el Escuadrón Móvil Antidisturbios de la Policía llegó al corregimiento La Parada (Villa del Rosario), para adelantar allanamientos a los lugares donde los contrabandistas guardan y expenden mercancía ilegal. Hasta ese momento nada fuera de lo normal. Así acostumbraron a la población, hasta volverlo monótono.

Mientras los vecinos que viven cerca al puente miraban cómo sacaban el contrabando, el anillo de ‘seguridad del Esmad’, golpeaba con los bolillos sus piernas, protegidas con un plástico fuerte, negro, y produce un sonido que trasmite, sicológicamente, pánico.

Transeúntes que cambiaban bolívares y mercaban no comprendían qué ocurría. Varios suponían que era el rodaje de una película de acción. Unos reían y al escuchar el sonido como resultado del choque del bolillo contra las piernas y murmuraban, “huy, qué malotes pues”. Inmediatamente, los agentes empezaron a golpear los escudos y la gente comenzó a tomar en serio la presencia policial.

Estos actos para desmantelar contrabando no deberían efectuarse en momentos en que el paso humanitario por el puente internacional se lleva a cabo de manera pacífica.

Las barras de seguridad de la Policía Aduanera fueron tiradas al suelo, tanto como la comida de vendedores ambulantes que subsisten en este puente. Unos corrían para San Antonio (Venezuela), y otros corrían para la autopista. En cualquier dirección el gas los alcanzó.

Lágrimas y chillidos de los bebés que cargaban sus padres eran el reflejo de las injusticias que tenemos que soportar quienes no le debemos nada a la ley. Por el contrario, la ley nos debe mucho.

Actos inhumanos, vandálicos o como los quieran llamar, no solo afectan a maleantes, ni a los que ganan el verdadero dinero del contrabando, sino a la gente del común y a las familias que no tienen nada que ver con esta maldita guerra económica y sucia que se tomó a este corregimiento y a todo aquel que ponga un pie aquí.

Cada golpe de bolillo contra el escudo me hacía acordar la canción de los Tigres del Norte: “esta noche echo la bala, si no les gusta pues no más digan”, y como es costumbre, qué le va a importar a este grupo si fue creado para difundir terror y miedo entre la gente. No estamos defendiendo el contrabando, ni a los paramilitares que controlan esta zona, defendemos a los de a pie, que compran un kilo de arroz, media libra de azúcar, una bolsa de café y un rollo papel higiénico para llevar al hogar. Pero para el Esmad esos son objetivos policiales.

Si de desmantelar el contrabando se trata, las autoridades judiciales saben quiénes son los dueños del negocio, dónde están y en qué lugares venden la mercancía. Así que pueden efectuar los operativos de noche, cuando los inocentes no estemos trabajando honradamente, las familias no hagan mercado, los enfermos estén descansando y los niños y los bebés estén durmiendo.

No es necesario esparcir el terror, el sufrimiento y el símbolo de la muerte, porque de eso se han encargado las bandas criminales y los paramilitares que son dueños, amos y señores de este territorio. No es necesario que la policía también quiera castigar a la ciudadanía con más temor, gas y disparos.

(*) Colaboración de un ciudadano que firmó la nota como:

DON ANÓNIMO – Sin pelos en la lengua

Foto: Especial para www.contraluzcucuta.co

 

Sobre Rafael Antonio Pabón

Nací en Arboledas (Norte de Santander - Colombia), educado y formado como periodista en la Universidad de la Sabana (Bogotá), gustoso de leer crónicas y amante de escribir este género periodístico, docente en la Universidad de Pamplona (Colombia) y seguidor incansable del Cúcuta Deportivo.

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