Seis años lleva la construcción de la ‘nueva’ Terminal de Transportes de Cúcuta, siguen cayendo toneladas de carne de contrabando y la corrupción, dice la Silla Vacía, “da cuenta de la turbidez de la contratación púbica local”.
Los indicadores de Transparencia Internacional señalan no solo a Arauca sino a Cúcuta como las ciudades con más alto riesgo de corrupción. La Contraloría habla de más hallazgos fiscales; dos jueces en su momento en Norte de Santander fueron capturados por lo mismo, es decir, la corrupción judicial, pero también la política, la deportiva, la religiosa.
Un problema social que se remonta al antiguo Egipto, en tiempos del emperador Ramsés IX. Los papiros revelaron cómo un funcionario de manera conveniente dirigía una trama con saqueadores de tumbas.
Pero no todo está perdido. Hablamos de pactos por la corrupción, las comisiones regionales de moralización proyectan nuevas medidas para denunciar, las alianzas por un Gobierno abierto, las buenas prácticas de interventoría, entre otras propuestas, que abrigan la esperanza que podamos aminorar un acto en el que todos hemos sido partícipes de una u otra forma, pero que es hora de cambiar.
Considero que la corrupción debe combatirse de manera sistémica con todos los elementos institucionales que conlleva para que funcione con eficacia.
ANDRÉS RAMÍREZ GALVIS
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