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En las mañanas compra 20 ejemplares de los periódicos locales, no vende los capitalinos entre semana. / Foto: www.contraluzcucuta.co

PERFIL. ‘Metralleta’, 62 años de vida y cuatro décadas como voceador

CÚCUTA.- Cumplir años regocija y alegra el espíritu. Recibir abrazos y elogios, felicitaciones y apretones de mano en esa fecha tan especial reconforta y anima a salir para los siguientes 365 días. La cara se trasforma, las palabras brotan con cierto temblor y las manos sudan. La ocasión es única y hay que aprovecharla.

Por estos días Álvaro Ramírez Corzo estuvo de plácemes, porque dio otra vuelta al sol. En el rostro reflejaba esa felicidad incapaz de ocultarse y buscó las expresiones de solidaridad. La dificultad que tiene para hablar no impidió que trasmitiera el sentimiento que lo embargaba y el mensaje se escuchó clarito.

  • Estoy de cumpleaños – dijo y escarbó entre una bolsa plástica pequeña llena de papeles doblados. Sacó la cédula y aclaró que es una copia, porque la original la guarda en casa para evitar que se pierda.

El documento da fe del nacimiento de Álvaro en Tibú, el 11 de junio de 1957. Han pasado 62 años desde la venida al mundo en el municipio petrolero y, quizás, pocas veces había disfrutado tanto del momento como ese martes. Hasta se prestó para contar parte de la vida en la radio y el resto en una esquina cucuteña.

La sonrisa ahuecada por la falta de varias piezas dentales es una de sus características físicas. Está recién afeitado y lleva el cabello corto. El domingo anterior se alistó para la celebración y así se mostraba ante quienes saludaba en busca de la congratulación por el cumpleaños. Aunque solo recibía un tibio saludo de quienes pasaban a su lado.

Sus padres murieron hace unos años. Vive en La Cabrera, arriba en la calle 20, con Leandro, el hermano mayor. La mayoría de las horas del día las vive en la calle, en cumplimiento del oficio de voceador, en el que lleva 40 años. Para dar el número muestra cuatro dedos de la mano izquierda.

En las mañanas compra 20 ejemplares de los periódicos locales, no vende los capitalinos entre semana. No tiene prisa por visitar a los clientes, camina lento hasta donde lo aguardan por el matutino de turno y, si puede, conversa un buen rato con quien lo atiende. Sale de nuevo a la calle, no grita, dirige los pasos a la siguiente oficina y efectúa otra entrega.

Esa mañana, dejó a un lado la timidez para hablarle al público. Buscó la Voz de la Gran Colombia y atendió la entrevista del periodista Ortiz. Desde pequeño tiene el defecto en la boca que no le permite articular las palabras, que, en ocasiones, se vuelven imperceptibles. Hay que agudizar el oído para entenderlo.

Nunca había usado audífonos y menos en una cabina de radio. Ese día se los pusieron y escuchó la canción del cumpleaños feliz. Eso lo tenía más que contento, estaba dichoso. Más tarde pasaría por Lemas y al medio día por la Voz del Norte, para que Fonseca lo sacara al aire.

  • Lo único que me gusta es trabajar – dijo Álvaro, al hacer memoria de que en el lejano pasado fue ayudante de varias orquestas en Cúcuta. De esos días guarda las mejores imágenes del maestro Manuel Alvarado y se conmueve al recordarlo como el hombre que lo ayudó y lo llevó a pasear por algunas ciudades colombianas.

Va y vuelve en las remembranzas. Se acuerda de Eustorgio Colmenares Baptista, extinto fundador de La Opinión, asesinado en 1993 por guerrilleros del Eln. El crimen fue declarado de lesa humanidad, para evitar que la investigación se archive y así castigar a los responsables.

  • ¿Por qué lo mataron? – preguntó con inocencia.
  • Por buena gente – fue la respuesta que encontró. No se sabe si entendió, solo calló.

Tiene una imagen positiva del director emérito del rotativo cucuteño y hace énfasis en que ayudaba a los vendedores de prensa. En cambio, no hace buena cara al referirse al gerente general del diario José Eustorgio Colmenares Ossa. “Es tacaño”. Y reclama que no haya tenido un detalle en el cumpleaños, a pesar de haber pasado las últimas cuatro décadas con los ejemplares debajo del brazo para entregarlos a los lectores.

Ríe y muestra la dentadura incompleta. Responde a otro saludo de alguien que pasa y le toca el hombro. Parece que le gustó el papel de locutor, porque imposta la voz y da la hora. “Son las  ocho y cuarenta de hoy 11 de octubre”. Ese error al aire le hubiera costado el puesto. No rectificó.

Se acordó de que años atrás le operaron la hernia inguinal que lo mortificaba y lo doblegaba en el primer andén que encontrara desocupado. Fue una época dura, marcada por el dolor y el abandono estatal. Los pesos que ganaba no alcanzaban para la intervención quirúrgica. Es beneficiario de la caridad pública.

Álvaro no fuma ni bebe, no está casado y tiene una peculiar manera para referirse a las mujeres. “Piden mucho”. Y se imagina la escena al llegar a casa.

  • ¿Por qué llega a esta hora? – sería el reclamo de la esposa. Seguro, a alguien le escuchó estas palabras y las asumió para sacarle el quite al matrimonio.

Lee la biblia, va a culto y asiste a misa. Dios es igual para todos. Los amigos los encuentra mientras camina por las calles céntricas de Cúcuta. Unos le dicen el nombre y les responde; otros, lo llaman por el apodo, y no le gusta.

La calle 13 sirve de senda para que Álvaro, enfundado en el chaleco rojo que lo distingue como vendedor de prensa, se aleje a entregar el mismo pedido de hace muchos años. Al caminar arrastra los pies protegidos por unas chanclas negras de caucho, la espalda muestra la curvatura de las seis décadas vividas, las palabras se vuelven inaudibles y debajo del brazo derecho lleva los ejemplares que todavía aguardan los clientes. Cuál es el afán. ¡Feliz cumpleaños!

RAFAEL ANTONIO PABÓN

rafaelpabon58@hotmail.com

Sobre Rafael Antonio Pabón

Nací en Arboledas (Norte de Santander - Colombia), educado y formado como periodista en la Universidad de la Sabana (Bogotá), gustoso de leer crónicas y amante de escribir este género periodístico, docente en la Universidad de Pamplona (Colombia) y seguidor incansable del Cúcuta Deportivo.

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