1.- Es tan compleja, delicada y peligrosa, la situación que contempla la frontera en los actuales momentos, que el bolívar se contabiliza para el cambio en 0,05 centavos, el dólar a $ 3230 y en operaciones de mínimo registro, porque los valores se modifican de manera constante y por regularizaciones de oferta y demanda, que generan los efectos de compra y venta de miles de compradores y vendedores, que mueven e impulsan las actividades que gesta una demanda desbordante, por lo abundante y generalizada hacia alimentos, remedios, vestuario y apremiantes pedidos
de personas ubicadas en el interior de las dos naciones, que están experimentando la realidad social, económica y política de 200 años de historia y por las celebraciones de la Independencia y la creación de la Gran Colombia, en 1821.
2.- Pero, lo impactante y demoledor es la ausencia de unión y labor en equipo, porque lo que está generándose – y en muchos momentos y ocasiones – es la irrupción del distanciamiento, la aparición de la desconfianza y la siembra de la pugna, porque no se obra con prontitud y plenamente, cuando se solicita un pedido o se formula una necesidad que se califica de urgente e inmediata.
Es tan manifiesto y agobiante este irrumpir de diferencias y contrastes, que parques, calles y avenidas son sitios y lugares donde pululan las mayores demostraciones del resquebrajamiento que hoy aqueja a miles de personas, porque han tenido que abandonar sus sitios y lugares de origen, por los vaivenes de la política, el caos económico y el desespero social, más la ausencia de empleos por el no hallar apoyos para encausar una vida ordenada y trascendente.
3.- Esto que está vivo y refulgente, porque el problema está latiente y comprobado, pareciera no registrar dolientes ni examinadores de la realidad existente y voceros de auténticos partidos políticos, que capten y examinen la dramática tragedia de miles de familias y personas abandonadas a su suerte y a la intemperie ante el sol radiante, la noche lluviosa o el amanecer con hambre y sin tener nada que comer. Además, es esto lo que genera repulsiones y choques diarios, permanentemente.
¿No será posible que Venezuela y Colombia valoren y entiendan a las fronteras? Y con ellas a los miles de pobladores que ansían un mejor futuro. ¿Acaso, no tienen las fronteras grandes posibilidades para prospectos de alcance y que beneficiarían a los dos países?
El libertador Simón Bolívar estaba en lo cierto, cuando refiriéndose a la realidad y los logros de las dos naciones dijo que “el no habernos compuesto con Santander, nos ha perjudicado a todos”.
Desafortunadamente, nos hace falta despertar, porque han pasado 200 años y seguimos sin comprender nuestra realidad y el compromiso con la historia y con nosotros, porque sin unión y labor en equipo – solidariamente y en gestión pronta – seguiremos en las mismas y observando el transitar de la angustia y el poder de nuestra ignorancia y pasividad colectiva.