1.- El fenómeno que ha generado el cierre de la frontera, con el consecuencial mirar hacia abajo de múltiples personas, porque el tránsito interfronterizo – no obstante la próxima terminación del Puente de Tienditas – requerirá de nuevas formalidades, con características y condiciones, que por el momento nadie precisa o intuye, ha alterado y en grado significante, lo que es y representa la interacción de colombianos y venezolanos en una faja territorial de gran importancia, como es la que define y proyecta la permanente relación bilateral de intercambios que produce un compartir común y una mancomunidad que se procreó por nexos tolerados, pero sin la “bendición”, regulación y apoyo de auténticas políticas de Estado, tal como lo requiere y exige un desenvolvimiento tan especial y de tantas implicaciones, como es el institucional o Estado de Derecho, que se genera y atiende, ante demandas y ofertas de productos y artículos que provienen o van hacia diferentes lugares del mundo.
Creer que la parálisis de ahora no ha producido efectos o que estos solo se captan en los puentes, en donde el sol del medio día y de las tardes es lo único que acompaña a los cambistas menores, es no penetrar en el meollo de la estructura funcional y operativa que se ha forjado y establecido en muchos años y por simples razones elementales de aproximación y de contacto.
2.- Pero ante eso y cuando han transcurrido varias semanas sin mayores transacciones y sin movimientos de carga de importación o exportación, es claro y rotundo que el concepto de frontera y la trascendencia de esta continua sin ser entendida, valorada y proyectada por quienes tienen la obligación y el deber político de identificar con actos públicos y legales el alcance y la magnitud de lo que producen los hechos y la costumbre de actos y conductas que se han irrigado por los puntos de contacto de estas áreas, que han sido marginales y abandonadas por los poderes centrales, en el logro de normas que precisen incentivos, estímulos, mecanismos y regulaciones que permitan dar vida a proyectos generadores de empleo, parques industriales y tecnológicos, Zonas Francas Especiales y Zona Aduanera para activar esfuerzos y procedimientos. Además, es grave y abiertamente negativo que el sector privado de las respectivas partes zonales no se haya reunido y trazado un Plan de Modernización y Activación Fronteriza, tal como a gritos se capta en el ambiente. ¿Por qué no nos hemos reunido con los dirigentes del Táchira, Maracaibo, etcétera?
3.- Pero lo sorprendente de todo lo negativo que ocurre, es que haya personas y voceros de la autoridad que, en lugar de propiciar encuentros para acuerdos y entendimientos mayores, y lleguen hasta la sede del centralismo para buscar las mejores salidas y perspectivas, indiquen que lo mejor es actuar solos. Esto, más la carencia de renovación en los cuadros directivos de los partidos, como en las juntas directivas de organismos y gremios representativos, para que la trasformación y el cambio que exige la zona se produzca para dar paso a una unidad de esfuerzos y de trabajo –verdaderamente – en equipo es una necesidad inaplazable y urgente, porque si la región no apunta hacia el desarrollo y capta el enorme desafío en que se encuentra, el futuro está más que amenazado.
Por eso la solución al agua, al gas, a la infraestructura vial y de servicios, a la capacitación, a la innovación y a la labor compartida en investigación y avances tecnológicos para abrir compuertas y opciones es ahora. Y, sí, convocando al mundo universitario y especializado de uno y otro lado, para visualizar el futuro, ordenar y puntualizar lo que nos falta estructurar, porque posemos una ubicación geoestratégica excepcional y registramos un pasado que nos invita a contactar con sitios y lugares de importancia internacional, si es que en verdad anhelamos avanzar y superar la dolorosa semiparálisis de ahora.
JOSÉ NEIRA REY