CÚCUTA.- En el fútbol, dicen, cada jugador tiene una historia para contar, cada uno llega a la cima con diferentes pruebas superadas. El deportista es el carro; el cinturón es la familia; el ritmo de la carrera lo lleva el destino. Cada logro es una estación visitada cuando llega a la última, mira lo recorrido y entiende que todo tenía un orden.
Jonathan Capacho, cucuteño, tiene varias estaciones conocidas, pero todavía no ha llegado al destino final.
¿Lo que empezó siendo un pasatiempo terminó en profesión?
- Sí. Desde pequeño soñaba con ser futbolista. Al principio uno lo ve como simple juego, pero a medida que pasan los días se interesa más por el tema del fútbol. A los 11 años, me hice a la idea de ser profesional. Influyó ver a aquellos jugadores del Cúcuta Deportivo que fueron mis ídolos de infancia. Tuve el sueño en mi cabeza, lo construía todos los días. Incluso, hoy todavía no me siento profesional, no me conformo, trabajo para en el futuro no lejano estar donde lo soñé.
¿A nivel económico tuvo barreras para comenzar en el fútbol?
- Mi familia nunca fue de bajos recursos, tampoco teníamos facilidad a la hora de conseguir los implementos. Mi abuelo estuvo conmigo desde pequeño, mis papás con su apoyo fueron fundamentales para pasajes, arbitrajes, uniformes y lo que logré es gracias a ellos. El camino del fútbol no es fácil, tiene altibajos. Hoy, se ven los frutos, es vivir el sueño y vamos por más.
¿Qué club en Cúcuta le dio la oportunidad de comenzar ese sueño?
- Empecé, a los 7 años, en Quinta Oriental. Iba con mi padre a ver los partidos, me llevó al primer entrenamiento. El entrenador era Javier Cañon y desde ese día me llamó a un lado, preguntó mi nombre, que si tenía los uniformes, que si estaba inscrito para jugar ese fin de semana.
¿El primer partido lo jugó con uniforme prestado?
- Al primer partido no pude ir, porque no sabíamos cómo era la movida. Jugué a la semana siguiente con uniforme prestado por un compañero. Hice gol y luego fueron cinco años junto a Quinta Oriental. Ganamos todos los torneos posibles, había tantos trofeos que en algún momento los rifábamos para ver quién se los llevaba a casa.
¿En Chamitos conoció a sus mejores amigos?
- Así es. Después, pase a Chamitos. Decíamos que era puro equipo de ‘atalayeros’. Cuando jugaba para Quinta los enfrentamientos contra Chamitos terminaban en goleada. Luego, con Chamitos ganamos los binacionales organizados por Quinta. En Liga, también, salimos triunfadores. Eran momentos llenos de alegrías.
¿Eran épocas en las que en los partidos se veía público en las tribunas?
– Eran una fiesta. Cada equipo tenía sus barras. En muchas canchas de Cúcuta nos tocaba cambiarnos en el tierrero, no había camerinos.
¿Se imaginó marcar historia con la selección Norte en todas sus categorías?
– Mi sueño fue jugar con la selección Norte. Gracias a Dios tuve la oportunidad de estar en todos los procesos. Quisiera haber hecho mucho más de lo que hice, me hubiera gustado ganar un torneo nacional. Las experiencias que me dejó la selección y los compañeros que tuve fueron muy buenos.
¿Con Chamitos tuvo sus primeras competiciones nacionales?
– Mi primera competición nacional fue el torneo Sub 17. Lo jugué con Chapinero, clasificamos invictos, hice 20 goles en la primera ronda y en la segunda nos eliminaron.
¿Cómo le fue en España con un club de la Ceja (Antioquia)?
– La experiencia de ir a España es lo más bonito que he vivido. Aprendí mucho. Estar en los mejores campos de entrenamiento del mundo, jugar contra la mejor cantera, como la Masía, y jugar contra las canteras de Villarreal, Español, Roda, son momentos inolvidables. Me hubiese gustado que se abrieran las puertas luego de estar allá. Esa experiencia marcó mi vida.
¿Cómo llegó al Atlético Bucaramanga?
– Mi amigo Oscar me llamó una noche y me dijo que hiciera pruebas en Bucaramanga. El técnico preguntó si tenía cómo quedarme otra semana. Con ayuda de mi papa y mi familia me quedé. A la siguiente semana me dijeron que sí y estuve con el equipo sub 20.
¿Su debut fue en Copa Colombia, en Magangué?
– Sí. Debuté con el primer equipo frente a Unión Magdalena. Fue mi primera experiencia profesional; también, fue mi primera convocatoria y gracias a Dios tuve esa fortuna.
¿Qué aportó Fernando ‘El Pecoso’ Castro a su formación deportiva?
– Me dejó muchas enseñanzas. Es un técnico competitivo, le exige a uno entrenar al ciento por ciento. Apoyaba mucho a los juveniles, les daba oportunidad, confianza para debutar y hacer lo mejor de cada uno. Es algo que los técnicos no lo hacen, les apuestan más a los veteranos.
¿Tuvo minutos en Liga, qué recuerda de ese momento?
– Fue un momento soñado. Nunca pensé en la magnitud de estar en el estadio Metropolitano de Barranquilla, en la casa de nuestra selección Colombia, jugar frente a Junior. Fue un día inolvidable, fue mi debut en Liga y eso no se me va a olvidar.
También lo dirigió Diego Caña ¿se imaginó tener a un histórico del fútbol argentino como técnico?
– Nunca imaginé que el profe Caña me entrenara. Primero, por la magnitud de jugador que fue, la experiencia, el recorrido. Desde cuando llegó a Bucaramanga me dio la oportunidad, me llevó a unos partidos de pretemporada, le hice goles a Patriotas y desde ahí me dio confianza para estar en la nómina, de ir a la convocatoria frente a Junior.
¿Fue goleador y capitán en la Sub 20 del Bucaramanga, a que se debió ese éxito?
– En el primer año con Bucaramanga hice 30 goles en la Liga Santandereana, el Nacional Sub 20 y otra liga local. El profe y los compañeros nos daban confianza de tener voz y ser capitán, de darles ánimo. Me tuvieron en cuenta y respeto en los entrenamientos y en los partidos. Lo demostraba con goles, aportaba al equipo en lo anímico y en lo futbolístico tenían al jugador y al amigo que los apoyaba. Esa fue la virtud que me llevó a la cinta de capitán.
¿Cómo le fue en Estados Unidos?
– Mi representante habló de una opción en los Ángeles Galaxy. Me llevó y jugué tres meses en Houston. El club disputaba una tercera división. En enero, hice pruebas con los Ángeles y me fue bien, se dejaron las puertas abiertas. Hubo comentarios positivos sobre mis pruebas, pero por vencimiento de la visa no me pude quedar.
¿Cómo llegó la oportunidad para estar en Honduras?
– Se dio por petición de mi representante. Desde finales de enero estoy radicado en este país.
¿Qué lo motivó a decir que sí a la oferta en Centroamérica?
– Era una de las pocas oportunidades que tenía. Abrir las puertas de un club colombiano en enero o febrero es complicado y se me dio la oportunidad de venir a un fútbol que no conozco. Aprendo por medio del fútbol y estoy tranquilo.
¿Existe el estereotipo que el fútbol centroamericano no es competitivo, desde su experiencia, qué opina?
– La verdad es que este fútbol es competitivo, de ida y vuelta, rápido, aguerrido y me he tenido que adaptar, porque venía del fútbol colombiano, más técnico, más moderno. Acá, tiene rapidez en defensa, son más fuertes.
¿Sueña con estar en el Cúcuta Deportivo?
– Estar en el Cúcuta ha sido mi sueño. De niño soñaba con jugar y vestir la camiseta rojinegra. Estoy a disposición de cualquier oferta. Ojalá, algún día se me abra la puerta.
¿Qué sueños le faltan por cumplir?
– Muchos. Seguir dando pasos, escalar, ser goleador de una Liga, jugar en Europa, Estados Unidos y darle muchas alegrías a mi familia.
¿Si su vida fuera un libro como se llamaría?
– Persistir, insistir y nunca desistir. Porque, también, en el fútbol hay que tener paciencia, fe, disciplina y dedicación.
¿Cómo podemos describir a Jonathan Capacho?
- Soy tranquilo, familiar, de estar en casa, trabajador, gran amigo, respetuoso y gran profesional.
JORDY ORLANDO CRUZ