CÚCUTA.- Esta acacia autóctona del valle seco de Cúcuta muere como lo hacen los grandes árboles, de pie. Las denuncias respectivas las han escuchado dirigentes públicos y privados, pero nadie comenta nada. Nació y creció frente al Banco de la República y al FER, ahí aguarda el momento final.
La falta de civismo y de responsabilidad social que impera en la capital de Norte de Santander una vez más encuentra otra víctima. El nombre vulgar es tortero. En el colegio Lasalle, hay otros ejemplares.
Da lástima la perdida de este árbol, que en una época lució frondoso y generaba una sobra espectacular. Hoy, con las temperaturas altas que registra la capital de Norte de Santander, se añora el follaje verde y tupido.
Entre las hipótesis que se manejan acerca de la muerte lenta está de la presencia de una mano maligna que lo secó. El fundamento de la afirmación está en que no se le nota daño físico ni enfermedad.
La esperanza de los dolientes está puesta en el director entrante de la Corporación Autónoma Regional, Rafael Humberto Camacho, quien en estos días recibió el beneplácito del Consejo Directivo para remplazar a Gregorio Angarita.