Señores consumadores de la violencia, deténgase en sus nefandos propósitos, permítanos explorar alternativas democráticas y encontrar una sociedad moderna sin tanta desigualdad y pobreza. No sigan dejándose arrebatar por el odio, las ambiciones de acumulación y la incapacidad de resistir la crítica, diriman las diferencias en el marco de la Constitución y la ley. Hagamos un pacto contra la violencia.
Cesen la ambición de controlar todo mediante el engaño, el miedo, la manipulación, el sicariato moral y la violencia. No se manchen más las manos de sangre. Ustedes son responsables, en buena medida, del atraso de la ciudad y del departamento. Algunos han pasado por la vida pública, dilapidaron recursos, se enriquecieron, acumularon tierras o son dueños de empresa. Es hora de que tranquilicen sus conciencias en ambientes de paz y de concordia.
Por esa violencia se polarizó la vida política y hemos perdido personas brillantes: políticos, intelectuales, académicos, líderes sociales y de empresa. Perdimos a los doctores Jorge Cristo y Eustorgio Colmenares, a líderes de la crítica como Tirso Vélez y Carlos Bernal, y a miles de inocentes. Si esas voces inocentes hablaran pedirían a gritos que se detenga el odio para siempre.
Yo tuve que escapar al monte a refugiar mis ideas y mi vida en la lucha armada y regresé con un acuerdo de paz entre mis manos llamando al diálogo, al perdón y a la reconciliación. Llamando a que luchemos por una democracia que cierre definitivamente la guerra y la desigualdad en todas sus manifestaciones. En este tiempo he encontrado a personas como Jorge Iván Laverde, líder de las extintas Auc, con quien hablamos suficiente como para entender con más claridad sobre la responsabilidad con el conflicto más cruel que hayamos conocido en este territorio y sus víctimas.
Señores, no dejemos perder esta oportunidad. En qué lugar del mundo no hay conflicto de intereses, más en regiones como estas donde lo que se sigue cultivando es abandono, desigualdad y pobreza. No dejemos que la diferencia nos lleve a la atrocidad, sino a la inteligencia y la concordia. Los llamo a la sindéresis y a contribuir para que la violencia no siga enseñoreada llevándose entre manos ensangrentadas sueños de personas que como ustedes también tienen derecho a la vida. Los llamo al respeto a la crítica, esta es la única arma que está permitida a millones de colombianos para buscar el orden de las cosas según sus ideas.
De paso decirle a la comunidad que no tengo nada que ver con los conflictos de tierras en Ciudad Rodeo y en ninguna otra parte. Llamo a la Fiscalía General de la Nación a investigar exhaustivamente las irregularidades y los crímenes ocurridos en Ciudad Rodeo para que sean los jueces que hagan justicia con total trasparencia. El derecho natural no tiene razón de existir, no es legal ni legítimo.
Y sepan que me duelen la pobreza y el abandono de miles de familias que en esta ciudad no tienen un pedazo de tierra dónde construir vivienda. Igual caso en que estamos los excombatientes de las FARC-EP, que nos jugamos todo por la paz. En tanto, sicarios morales nos maltratan, nos calumnian y nos estigmatizan, preparándonos para lanzarnos a las garras de la violencia de la manera más cobarde.
Hagamos un pacto por la decencia en el ejercicio de la política y las controversias sociales, por el diálogo social y político, la paz, los acuerdos humanitarios, la trasparencia, la honestidad, la moral pública y el bien común. Ayudemos a construir ciudad desde una perspectiva de progreso, reconciliación y el resarcimiento. No más víctimas en el camino de la crítica social y política.
RUBÉN ZAMORA