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Al igual que todo el país, la justicia también lo está. Miles de abogados, jueces y magistrados, están bajo el imperio de la justicia penal por sus torcidas acciones, en el ejercicio de sus actuaciones.
La prensa del país da cuenta diaria de los yerros en el cumplimiento de sus deberes. El caso más aberrante es el del Tribunal de Villavicencio, donde un exmagistrado y dos magistrados están acusados de vergonzosos actos de corrupción.
Y no se trata de muchachos, recién graduados, inexpertos que fácilmente se pueden ver envueltos en ilegales actuaciones reñidas con la ley por falta de experiencia. Por el contrario, se trata de viejos, con toda la barba, experimentados en el ejercicio de la magistratura.
La queja contra la actuación de estos magistrados es larga y grave por los delitos cometidos en el ejercicio de sus mandatos, que incluyen asociación para delinquir, prevaricato, cohecho y todos los delitos del código penal. Son acusados de enviar a criminales de peligroso actuar a sus casas por cárcel, a cambio de mucho dinero y de favores sexuales en orgías vergonzosas.
Todo esto a cambio de mucho dinero, que se los encontraron en sus cuentas rastreadas por la justicia. Varios miles de millones de pesos recibieron en parte del pago por actos de increíble corrupción.
Quien lo creyera, se trata de:
- Fausto Rubén Díaz, exmagistrado de Villavicencio, egresado de la católica Universidad Santo Tomás, donde las prédicas religiosas, fácil es pensarlo, debían ser temas de todos los días; para haber alcanzado el alto grado de magistrado, debía tener un amplio historial de limpio ejercicio profesional, de otra manera no podía ser elevado a la magistratura.
- El magistrado Alcibíades Vargas, de la Universidad Libre, magistrado desde 2008, acusado de los delitos mencionados y de haber favorecido con su amañado fallo al hermano de un condenado excongresista acusado de asesinato.
- Joel Darío Trejos Londoño acusado de actuaciones relacionadas con un peligroso delincuente de apellido Cesarín.
Todas estas torcidas actuaciones judiciales eran cumplidas por el actuar de una red de jueces y abogados al servicio de los corruptos magistrados. Seguramente, estos altos funcionarios de la justicia del Meta son hombres casados y posiblemente padres de numerosos hijos, a quienes les dan un pésimo ejemplo.
A lo anterior, es indispensable agregar las olímpicas actuaciones del llamado zar o fiscal anticorrupción Gustavo Moreno, célebre por sus torcidas andanzas, que lo tienen recluido en La Picota por numerosos delitos y al borde del avión que ha de llevarlo a Estados Unidos a rendir cuentas por sus arreglados y falseados fallos, para los cuales contó con la posible colaboración de conocidos y cuestionados magistrados de las cortes supremas.
PABLO EMILIO RAMÍREZ
Foto: Ronderos & Cárdenas
