CÚCUTA.- A pesar de estar lejos, Jenny Parada no olvida a la tierrita. Vive en Tumaco (Nariño) y la distancia en línea recta desde Cúcuta es de 970,06 kilómetros. El recorrido tardaría un día y seis horas. Hasta allá llegó para construir sus sueños profesionales, aunque sin olvidar las necesidades que quedan en la ciudad que la vio surgir.
Mientras adelanta las investigaciones marinas, o cuando permanece en el laboratorio de microbiología o cuando trabaja como oceanógrafa piensa en el río Pamplonita. Ese al que asistía para extraer agua y analizarla en las clases de la universidad. “Me gustaría darle a Cúcuta de lo que he recibido”.
En el centro de estudios conoció un proyecto que lideraba la docente Ángela Cajiao acerca del Pamplonita. “Me gustaría ser profesora en asuntos de investigación”. Esa sería la retribución a la institución que le entregó el cartón que la acredita como microbióloga.
Jenny trabajó en el semillero de investigación con ella, que las hacía recolectar residuos que se generan en los laboratorios de microbiología para aislar hongos que se pudieran usar en la remediación del río. Al Pamplonita caen los desechos de Pamplona y los municipios que recorre y llegan a Cúcuta.
- “Estábamos buscando que los residuos que generara la Universidad pudieran ser de alguna manera transformados para que no contaminaran el río. No sé si seguiría con esa investigación”.
Esa línea de investigación le parece interesante. Más ahora, cuando hay muchas maneras naturales de remediar ríos, lagunas, lagos y ecosistemas contaminados. Cuando llegó a Cúcuta, a finales de diciembre, desde el avión observó al Pamplonita. “Se me salieron las lágrimas de ver el hilito, pero no importa, era mi río”.
También, le gusta ayudar a los paisanos para que conozcan otros destinos, que aprendan por fuera y regresen para implementar lo asimilado y ayudar a la ciudad.