El montaje contra el fugitivo concejal cucuteño, amigo íntimo de Donamaris, que encontraron como anillo al dedo para su maldad; es sesgado, infame y temerario. Se ve a las claras que fue urdido en Cúcuta por gente perversa; por aliados de un gobierno impúdico, que tiene como desaguadero de sus pústulas el alma heroica de “el mejor colombiano”; por dementes que odian a nuestro caro expresidente y senador Álvaro Uribe y pusieron la burda patraña en boca de Maduro, que rodando por un despeñadero se agarra de cualquier esperpento que se le atraviese.
Qué imaginación tan sublime para inventar un crimen espeluznante; qué mentes tan diabólicas y qué ‘médium’ tan precisos encontraron para hacer el libreto, superando a la novelista Agatha Christie y al director de cine Alfred Hitchcock en suspenso y terror. Todos los ingredientes estaban servidos; un depravado homosexual muerto a puñaladas por su amante, un colombiano con circular roja buscado en el mundo por la Interpol con un apellido que encajaba perfecto, un Presidente chapaleando en un pantano turbulento, un país asolado y sediento de novedades y sumado a todo ello Álvaro Uribe Vélez “el paño de lágrimas nacional” , que el presidente Santos utiliza para limpiarse el mugre, no podían despreciarse. Era el momento ideal y el escenario era propicio.
Fue entonces cuando Nicolás Maduro, el santero enigmático que habla con los pajaritos y encarcela a la oposición; el Presidente de una “nación humeante de petróleo y lívida de hambruna”, súbitamente se presentó ante las cámaras de televisión haciendo revelaciones tan aterradoras, que dejó estupefacta a la audiencia. Afirmó haber descubierto al autor intelectual del asesinato del diputado Robert Serra en el fugitivo concejal Julio Vélez; pero para mayor iniquidad lo emparentó al expresidente Uribe Vélez, en razón de su segundo apellido (qué monstruosidad) acusándolo también de dirigir un escuadrón de paramilitares. Y ahí no terminó su retahíla. Al día siguiente, afirmó que en Venezuela residen 5,6 millones de colombianos que llegaron huyendo, hambrientos y necesitados. Procedía muy calculador, rociando cardenillo sobre nuestras heridas y menospreciando a nuestros compatriotas exilados.
No hemos oído aún a nuestra Canciller desmintiendo tamañas falacias y ofensas y pensamos que tiene ordenado silenciarse; pero leímos atentamente los comentarios diplomáticos que el candente tema le mereció al presidente Santos, que nos parecieron destemplados y fríos. Por supuesto que esperábamos más contundencia, pero Maduro es un aliado del “proceso de paz con las Farc” y no lo podía desairar, para que no brincara la cerca .
Fue tal la grosería que nos vimos en la imperiosa obligación de rechazarla indignados, pues nunca habíamos sido tan insultados. La verdad es que jamás esperábamos oír tantas sandeces juntas, pero las entendemos como el producto del odio visceral que profesa Maduro a nuestro compatriota y líder continental, por el fervor que despierta entre los venezolanos. Repudiamos tanta ofensa con ira santa; un hombre del que dicen nació en Cúcuta y que según cuentan, huyendo de la pobreza fue llevado a Venezuela por una tía, donde se hizo camionero para después ser Presidente, no puede salirnos ahora con miserablezas tan ruines, tan inverosímiles y tan desproporcionadas que claman venganza del mismísimo cielo.
JUSTO PASTOR CASTELLANOS
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