1.- Ante la magnitud de la crisis que afecta lo local, regional, nacional, binacional e internacional es necesario e indispensable obrar sin precipitad, pero sí con entereza, seriedad, análisis, realismo, responsabilidad y visión de futuro.
Aún más, bajo ninguna consideración o apreciación, menos si es adoptada sobre la base de primeras impresiones y sin enfoques detallados, debemos tolerar, intensificar o desconocer el desconcierto que genera la falta de entendimientos y de unidad en el enfoque de lo que nos falta y verdaderamente necesitamos – como sin equívocos lo demuestra en lo local, fronterizo, regional o zonal y en la bilateralidad entre Colombia y Venezuela – la carencia e increíble vacío que existe en incentivos, estímulos, mecanismos y políticas que beneficien y aprovechen las ventajas que podríamos utilizar, junto a la canalización de prerrogativas por nuestra especial ubicación geoestratégica y el potencial en no pocos recursos.
2.- Además, estas fajas territoriales de indiscutible importancia para lo que se quiera – en la evaluación social, económica y política – constituyen pilares y factores de incuestionable trascendencia para integrar y fraternizar empeños y acciones en la constitución y proyección de iniciativas, innovaciones y gestiones que ayuden a consolidar una mayor y mejor presencia y participación internacional de esta esquina y lugar del mundo. Un simple enfoque a la realidad planetaria y al cubrimiento de distancias permite demostrar que nos ha faltado salir del marco de lo estrictamente local o de vecindario, para ir y llegar a todos los puntos cardinales de nuestro planeta.
3.- ¿Qué necesitamos? Unión, fraternidad y labor en equipo, con una renovación y ampliación de cuadros representativos y de ejecución, que superen la trajinada y negativa posición y vivencia politiquera, que no va más allá de la figuración y el aprovechamiento personal, sin crear conciencia de lo que se debe y necesita hacer, para vencer el retraso y la carencia, de participación y ejecutividad en planes, programas y proyectos que modifiquen la situación de dependencia o semiparalizadas, que nos aqueja y debilita.
Por eso ¿no debemos dejar de insistir ante los gobiernos de Bogotá y Caracas para que se designe y empiece a actuar una comisión extraordinaria y especial fronteriza- al mayor nivel y compuesta por conocedores de nuestra situación y de auténticos voceros, para que definan, concreten y precisen lo que se debe hacer y el cómo hacerlo? Además, porque es el mejor aporte, para las dos naciones.
Cuando se comprenda y valore que las fronteras colombianas – para solo aludir a lo nuestro – constituyen el 53 % del territorio nacional y que Venezuela comparte y vive lo que se sucede y proyecta desde estas áreas marginales y abandonadas, que con apoyo franco, abierto y positivo pueden constituirse en factores de inmenso progreso y proyección, otro será lo que opere y se proyecte desde estas tierras que observan a Bogotá y Caracas, pero sin que sus presidentes, cancilleres, ministros, gobernadores y alcaldes obren al unísono con los congresos, las asambleas y los concejos. Y, menos, con el sector privado que se aglutina y pide por gremios, asociaciones y entidades que ansiosamente requieren generar empleos y promover mayor, mejor y ejemplarizante obrar gubernamental y ciudadano.
JOSÉ NEIRA REY