1.- Aunque los números son claros y determinantes – así las diferencias sean mínimas y muchas las circunstancias y factores de carácter condicionante y de obligada referencia y tarea evaluativa, hasta saber plenamente lo que ocurre en Venezuela – hay un hecho que mientras se sucedían las primeras expresiones y se daban porcentajes y surgían las reacciones sobre el debate electoral por la Presidencia de la República, no puede ser pasado por alto, porque sin equívocos dominó el ambiente de quienes con interés seguíamos las particularidades y detalles.
Nos referimos a la sensación de sorpresa y hasta de estupor que produjo la estrechez de los resultados que se exponían al pueblo venezolano y a la opinión internacional. Y que, inequívocamente, demuestran la bipolaridad de sentimientos y la necesidad de acuerdos y pactos nacionales, que permitan la reorientación y mayores entendimientos para lograr la ansiada paz y redimensionar y afrontar el difícil y complejo manejo de la realidad socio-económica y política de Venezuela.
2.- Por la importancia e imperativa necesidad de evitar desbordamientos y desórdenes que afecten el desenvolvimiento de la vida institucional, cabe esperar que las confrontaciones se asuman con claros y plenos criterios patrióticos, dentro de plazos – lo más breves posibles – y sin que ningún paso o actitud provoque desajustes e inquietudes.
3- Luego de escuchar los planteamientos y argumentaciones de los candidatos en contienda y reconocer que la bipolaridad es manifiesta y casi igualitaria por el número y porcentaje de los participantes y actores de la situación política venezolana, quienes actuamos como simples observadores del proceso, pero anhelamos que Venezuela avance y sus propósitos se trasformen en acciones ejemplarizantes y con contenidos favorables al desarrollo general y colectivo, vivamente ansiamos que quienes ejercen el poder y los que quieren tener activa presencia y participación, comprendan el inmenso valor que representan sus conductas.
Desde la frontera –la misma que es parte integral y decisiva para los más amplios y grandes designios integracionistas y mancomunados prospectos entre Venezuela y Colombia – esperaremos con fe y entusiasmo fraternal que haya luz y una gran conjunción de voluntades, con las cuales se permita dar tránsito y vía libre a la permisibilidad de la tranquila convivencia y de los buenos oficios, para impulsar la paz y el desarrollo, porque estos momentos, son incuestionablemente preocupantes e importantes, porque son de prueba y de suspenso. Y por las múltiples implicaciones y secuencias en el contexto Latinoamericano y mundial.
JOSÉ NEIRA REY