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CHINÁCOTA.- No hay nada igual como vivir en paz, en armonía, respetándonos, reconociéndonos, aceptándonos tal como somos, diferentes, compartiendo el pensamiento o divergiendo, pero complementándonos para hacer de la vida y de lo que emprendamos el mejor escenario para la sociedad, la comunidad, los individuos, con los beneficios que de ello se derivan. El Estado provee las normas, las reglas dentro de una institucionalidad a la que debemos acatar y si es necesario cambiar, utilizar los marcos que la ley señala, dentro de los conceptos de democracia y representatividad que tienen los ciudadanos. Así que no es a cualquier precio que se hacen los procesos para lograr la paz, cuando ésta está subvertida.
Si Colombia ha emprendido una negociación de paz con el mayor grupo subversivo que durante casi seis décadas ha combatido el establecimiento o al Estado, es porque los colombianos nos hemos cansado de vivir en guerra, con miedo, sin trabajar tranquilos, sin garantizar un futuro feliz para nuestros hijos y por ello la queremos, incluso estos grupos también de colombianos manifiestan que desean la paz y la utilizan como bandera.
Hoy, es un momento oportuno para hablar de paz y de concretarla. Se dice que Colombia está en una gran dinámica económica, que emerge como país en desarrollo, con abundantes recursos naturales, mineros, tierras fértiles que lo hacen atractivo como despensa de alimentos para el mundo y con un recurso humano excelente, eso es cierto. Pero es cierto, también, que la mayoría de colombianos no se beneficia de estas bondades. Por ello se hace necesario crear las condiciones para la inclusión social y la participación de todos en las decisiones que debemos tomar de hacer un mejor país. Es decir, debemos construir una mejor democracia, motivo suficiente para que la paz no sea esquiva, así hayamos tenido los problemas más graves durante las décadas de violencia.
Las cifras de muertes de colombianos, soldados, campesinos, guerrilleros, hombres, mujeres y niños, son altas (más de 35.000 muertos por el conflicto), para ignorarlas. Las cifras de desplazamientos humanos (mayor a un millón) por la guerra, porque les quitan la tierra, por amenazas, por no apoyar a uno u otro grupo, han causado un enorme problema social en nuestros campos y zonas urbanas, aumentado el problema social en el territorio nacional. Es una de las causas del desempleo más altas, de la violencia en las calles de las ciudades, del narcotráfico y del consumo de drogas. El problema de la guerra impide que los colombianos podamos tener mejores oportunidades, no nos deja avanzar y lo que es verdad, favorece solo a los grandes fabricantes de armas, a personas que viven de la guerra, a los enemigos de la paz, a los especuladores, a la corrupción pública y privada y a que impere el desorden.
Por estas razones y muchas más es que para hacer la paz es necesario que las Farc reconozcan la Constitución Política, tener verdadera voluntad de reconocer los errores cometidos, reconocer que han vivido del secuestro, que han vivido del narcotráfico, que tienen secuestrados, que existe un Estado de derecho, así no les guste, pues nunca será posible en una negociación que se cambie el Estado al totalitarismo, como es el talante demostrado por ese grupo. La generosidad de los colombianos entenderá estas confesiones de las Farc, necesarias en el proceso, es decir se requiere la verdad.
Los colombianos apoyamos en la gran mayoría esta negociación que se adelantando en La Habana, con las consecuencias necesarias de reconocimiento y reparación a las víctimas, con el pago de penas por los delitos cometidos. “Así sean sanciones creadas por la llamada justicia transicional”, con la restauración de las tierras a los propietarios legítimos, en otras palabras, sometiéndose a la justicia y a las leyes colombianas.
Nadie puede estar en contra de hacer la paz, incluso teniendo contradictores a la forma como se logre. Si se alcanza debe hacerse dentro de las leyes y debe ser permanente, en un acuerdo de trabajo de todos por la superación de los problemas de empleo, de salud, de tener educación de calidad y con el cubrimiento a la población en edad de educarse, con responsabilidad, poniendo el crecimiento económico para beneficio de la población, a eso es que hay que apostarle en la mesa de negociación, trabajar por la sociedad.
Es importante impulsar modelos políticos y económicos nuevos sustentables, teniendo la inclusión y la erradicación de la pobreza como los objetivos fundamentales. Para esto no caben las mezquindades, ni los personalismos, ni debemos seguir odiándonos, ni imponiendo los intereses individuales por encima del interés general, es un acuerdo de buena voluntad. Debemos creerles a las Farc, que desean la paz e igual al Gobierno y a los colombianos, porque todos la deseamos. La confianza mutua y la demostración son esenciales para que este proceso siga adelante. Debemos oírnos, ser honrados, obrar sin egoísmos, esto es importante.
Insistir en salidas imposibles como el exterminio por parte del Estado o de tomarse el poder por las armas por parte de la Guerrilla, solo nos conduce a acrecentar el conflicto y el pueblo seguirá siendo la víctima. Debemos entonces oírnos en esta mesa, así sea sin cese al fuego, tiene probabilidades de llegarse a acuerdos, pero si no, volveríamos al mismo nivel que se tenía en el 2010. Sin embargo, debemos esperar que salgan las fórmulas que conduzcan a la resolución de ese problema, con el resultado de un nuevo país que nos una y nos impulse hacia adelante.
SEGUNDO ANTONIO GONZÁLEZ
