La crisis en el Cúcuta Deportiva, desatada por el incumplimiento en el pago a los jugadores y corroborada con los balances financieros negativos del club, llegó al punto máximo de ebullición con la derrota, anoche, ante Santa Fe (1-0).
El lunes los futbolistas determinaron no entrenarse para afrontar el compromiso de fin de semana. Prefirieron vestir bluyines, franelas apretadas y tenis, a las pantalonetas, las camisetas y los guayos de preparación. Esto, para presionar el pago de las quincenas atrasadas más la prima de julio.
En la cancha se reflejó el cese de actividades y quedó patentado que siempre falta el ejercicio para mantener los músculos dispuestos para la alta competencia. Cinco días de ocio es mucho para un deportista profesional y de continuo ajetreo en las canchas.
El jueves, se dio la máxima alerta por parte de los motilones. Si no hay plata no hay juego. Solución: tirarles a los leones, a manera de carnada, a la Sub-20. Y a quién le importa si lo que se pretende es salvar el reconocimiento de la Dimayor. El torneo está perdido hace rato. Nueve puntos de 36 posibles, lo que representa el 25 por ciento de rendimiento.
Bien lo expresaron los integrantes de la ‘Banda del Indio’ con la sinceridad que los caracteriza para cantarles la tabla a los responsables de la debacle que afronta el once rojinegro: “Los directivos prefirieron el dinero al corazón”.
En la cancha los motilones rindieron por inercia. Imposible que en cinco días se les hubiera olvidado patear el balón. Jugaron lo que saben, sin táctica, sin técnica y sin orden. “Usted juegue lo que sabe. El resultado no importa”, pareciera que les ordenaron al salir a enfrentar al rival. Imposible que al profesor Jaime de la Pava en una semana laboral se le haya olvidado dirigir a un equipo y hacer los cambios que le valieron el remoquete de ‘burro’.
Y cada cual se comportó según sus habilidades y conocimientos futbolísticos. El resultado no pudo ser otro. Ganó los adversarios, porque no están en crisis, no les deben quincenas, no tienen problemas con el arriendo, no deben en la tienda de la esquina, no los atormenta un compromiso adquirido, no los gritan en la casa por no llegar con lo del mercado, no los acosan los recibos de los servicios públicos y no tienen cara de hambre.
Una canción grita la frase que puede acuñarse para lo que ocurre con el Cúcuta Deportivo. “Hasta aquí nos trajo el río”. Lo malo es que no hay salvavidas a la vista, porque los aficionados, poco a poco, se han alejado de los graderíos. Y los directivos ni cuenta se dan de la falta que hacen los hombres que recortan el presupuesto familiar para tener con qué comprar la boleta.
La sinceridad de la ‘Banda del Indio’ brotó al final del partido. Se metieron con los jugadores y los madrearon a ritmo de arenga. Ese es el sentimiento generalizado de los hinchas. Los descamisados se atreven a corearlo, los demás se tragan las palabras y se desquitan en la tienda de la cuadra mientras consumen cerveza para emborrachar la pena.
“Todo está consumado”, dijo Jesucristo, con dolor cuando vio que no había nada qué hacer para salvarse del castigo que le impusieron los hombres. Esas palabras sirven para reflejar lo que sucede con el elenco motilón. No hay nada qué hacer para salvarlo. Entre tanto, el fantasma del descenso comienza a hacer coquitos y a asomarse con gracia para no asustar. El martillo está listo, falta el golpe final.
RAFAEL ANTONJO PABÓN