El 27 de octubre de 2019, la historia política de Cúcuta se partió en dos. Jairo Tomás Yáñez, un desconocido para la mayoría de los habitantes de la ciudad, se convirtió en el candidato que, armado con un megáfono y una fuerza revolucionaria que se contagia, logró derrocar a la maquinaria política que con la danza de los millones pretendía aferrarse por cuatro años más al poder para seguir desangrando a la ciudad ante la mirada impávida de los organismos de control y de la misma ciudadanía que parecía acostumbrada a un mal gobierno que no se podía criticar.
‘El Viejito del Megáfono’, como se dio a conocer, impuso un estilo nuevo de hacer política, un estilo que va de la mano con el diálogo y la concertación, y le apuesta más a los libros que al cemento; un estilo que promueve la educación de calidad, el saneamiento de las arcas municipales, la recuperación del espacio público, la lucha contra la corrupción, la competitividad, el desarrollo tecnológico, la generación de empleo, la reducción de los delitos y la defensa de la vida y la dignidad de las personas por encima de cualquier cosa.
Desde el primer día, a Jairo le han puesto trabas. Y le pondrán más, muchas más, porque al árbol que más frutos da es al que más le tiran piedras. Rodeado de un gabinete que no fue impuesto por la clase política que poco ha hecho por la ciudad, Jairo le apostó a hacer las cosas de una forma distinta. Sin publicidad, sin pauta, sin grandes anuncios. Todos los días, con el viento en contra, Jairo le apuesta a construir una Cúcuta distinta, una Cúcuta donde quepamos todos, una Cúcuta donde los recursos públicos sean sagrados y una Cúcuta donde todos sintamos que podemos lograr lo que queremos porque las condiciones están dadas para que así sea.
En medio de su apuesta, a Jairo se le atravesó la COVID-19. Una pandemia que tomó por sorpresa a todo el mundo y para la que ningún gobierno estaba preparado. Sus medidas para preservar la integridad de los ciudadanos que aquí vivimos, fueron duramente criticadas. Sin embargo, el tiempo le ha dado la razón y Cúcuta, a pesar de su condición fronteriza, con una migración pendular que no se detiene, ha sorteado con éxito la pandemia y los indicadores de contagio, comparados con otras ciudades, son bastante positivos.
Jairo, los que votamos por usted sabemos que está haciendo las cosas bien. Los que vimos en su discurso una forma distinta de gobernar, sabemos que aunque no va a ser fácil, vale la pena dar la pelea. Siéntase orgulloso de que al menos en su gobierno, la crítica ha vuelto a resurgir y la oposición, que parecía no existir, ha encontrado los espacios necesarios para manifestarse. Usted encarna la esperanza de los jóvenes que quieren encontrar en Cúcuta una ciudad dónde desarrollarse profesionalmente, sin tener que irse de casa, del lado de su familia, porque no hay oportunidades. Usted encarna la esperanza de los empresarios que quieren apostarle a Cúcuta porque la consideran una tierra llena de oportunidades donde la corrupción y la violencia no les dejan progresar. Usted encarna la esperanza de una población vulnerable que está cansada de promesas, mercados y bultos de cemento en las semanas previas a las elecciones. Y usted encarna la esperanza de los que queremos mirar atrás en unos años y decir: ‘El Viejito del Megáfono tenía razón’.
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