1.- Por el sinnúmero de experiencias vividas y el hecho de pertenecer al grupo, que en próximos días celebraremos los 60 años de bachilleres del colegio Sagrado Corazón, situación ésta que nos compromete y obliga, no solo con la institución que nos aceptó como alumnos, sino con la ciudad y la región, por lo que se nos inculcó y hemos aprendido en lo que es y representa el trajinar regional y fronterizo, tenemos que confesar nuestra sorpresa y hasta perplejidad por los sucesos recientes que han tenido por centro y eje a la ciudad, en orden a las determinaciones asumidas por el gobierno venezolano y la actitud pasiva y sin repercusión alguna de las gestiones llamadas diplomáticas para resolver un problema de la magnitud y trascendencia de cerrar la frontera y eliminar el tránsito y el movimiento de personas y vehículos internacionalmente, desconociendo la importancia y el significado de una determinación de esta naturaleza y para una faja poblacional que vive y experimenta diariamente la mancomunidad de intereses- de doble presencia – como un algo especial, propio y vital en el desenvolvimiento y constante interacción. Creer que aquí no ha pasado nada o que lo ocurrido puede tener un plazo indefinido y sin que nadie experimente sensación o cambio alguno, es tanto como esperar a que nadie reaccione ante una goleada del Cúcuta Deportivo, se establezca una paridad con el bolívar o se anuncie que definitivamente hay paz en El Catatumbo y solución al problema de tierras.
2.- Anotamos lo anterior, porque el grado de suspenso y de expectativa de esta vez es tan grande – y al mismo tiempo tan especial – que asombra el deambular de la mayoría y el recorte de actividades –en muchos – ante la carencia de la movilidad y efervescencia permanente que genera el contacto con los venezolanos y visitantes que pasan los puentes internacionales y llegan hasta nuestras calles y avenidas.
Y qué produce todo esto ¿La expectativa por la labor de nuestros dirigentes políticos y voceros gremiales, reunidos en análisis para la solución que se le pedirá al Gobierno, pero cuyos particulares y detalles se desconocen, porque no ha existido un compartir previo y definitorio? ¿Hay un evidente decaer operacional? ¿Hay temores y represamientos conceptuales?
3.- Sea lo que fuese, lo que hay y limita toda acción o pronunciamiento es un hecho que no puede ocultarse y sí debe examinarse juiciosamente, porque es clave para cualquier determinante y valoración de realidades. Nos referimos al silencio de todos y a la falta de asociación, de labor en equipo y de solidaridad, porque el concepto de unidad se trasforma en individualismo y en la espera de algo que no llega, porque hace carrera y agrega adeptos, el esperar. Y dar paso a lo facilista y para que sea rápida o pronta su vigencia.
¿Qué está pasando? Y ¿Dónde está la vivencia cucuteña? Son dos preguntas que hay que encarar para conocer realmente lo que acontece en el alma y sentimiento de esta esquina de la república, porque lo cierto y evidente es que nadie sabe, ni da, aproximaciones juiciosas sobre el inmediato futuro. Y eso no es bueno para nadie, porque desorienta.
Y como no se ha creado una Comisión Bilateral de acción y concurrencia permanente, ni hay operaciones con bolívares, es dable imaginar y dar presencia a múltiples preguntas relacionadas con la vivencia y la mancomunidad de intereses de esta faja territorial binacional de gran importancia y que a veces pareciera no tener dolientes. Pese a la doble presencia de los de aquí y los de allá. Y a lo mucho que puede hacerse – si hay unión, renovaciones directivas y mayor participación – también, es claro y rotundo, que los núcleos y poderes centrales aún no entienden, ni alientan a la frontera y a su gente.
JOSÉ NEIRA REY
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