1.-Lo impensado e increíble –porque todo pareciera una onda que arrasa con todo y sin que nadie levante la voz y exponga su criterio –es lo que ocurre con actitudes y conductas empleadas desde la Cámara de Comercio de Cúcuta sobre iniciativas y proyectos que debieran tener mayor análisis y participación amplia de los sectores y los núcleos que integran y conforman las fuerzas vivas y representativas de la región.
Lo ocurrido con la Zona Franca Industrial y Comercial de Cúcuta, que inició operaciones en los comienzos de los años 70, del pasado siglo y que demostró ser operable, luego de un batallar para obtener el establecimiento y que comprometió al sector privado y a las autoridades locales, departamentales y nacionales hasta constituirse en entidad pública, previa adquisición de los terrenos, conforme a los estudios de ubicación que efectuaron expertos y la complementación de aquellos referidos a la reglamentación, operatividad y funcionamiento administrativo encuentra en el 2014, y como consecuencia de una indiferencia asistencial de los gobiernos nacional, departamental y local –que llegaron hasta la entrega de 20 hectáreas a la Policía para que construyera el Comando Administrativo, donde estaba prevista el área industrial, y a intentar durante los Juegos Nacionales que parte de los terrenos se trasformaran en piscinas y se entregaran para el Centro de Convenciones, sin evaluar, ni valorar, lo que representa para la región y la frontera un instrumento de comercio exterior, como este, porque desde finales de los 90 y comienzos del 2000, el organismo operador perdió la vinculación local y se entregó a la Zona Franca de Bogotá y luego a la de Barranquilla, hasta llegar a las condiciones de hoy, cuando se anuncia la venta de los terrenos y la virtual inoperancia del establecimiento, tal como pasó con Interferías y ocurre con todas las prioridades, porque falta seguimiento, coordinación y visión de perspectivas, produciéndose un inocultable vacío directivo, que es fácilmente captable por quien pregunte ¿Hacia dónde van Cúcuta, la región y la frontera? De ahí que también valga instar a la dirigencia para que ¡Despierte!
2.- Pero si esto es lamentable y para decirlo fue necesario contratar y pagar una suma superior a los $ 200 millones, golpea más fuerte la indiferencia sobre el cierre unilateral de la frontera, la ausencia de propuestas para encarar la realidad existente y la pasividad que domina al conjunto sobre las prioridades, sin que haya plenitud de acuerdos y entendimientos, como acontece con el caso del agua, la infraestructura y los empalmes viales y aéreos, la urgencia de fuentes de empleo y el manejo de la bilateralidad y el desarrollo que identifica las características zonales y que le imprime un espíritu de pertenencia distinto al que se vive en los centros nacionales
3.- Lo grave y delicado es que no se piense ni obre con dirección a esa meta, es en la relación que por siempre mantendremos con Venezuela y que debiera tener políticas de Estado que definieran y proyectaran esa mancomunidad de intereses, como lo planteó, en 1821, el libertador Simón Bolívar, cuando por intermedio de Fernando Peñalver insinuó la creación de una faja territorial que manejaran los dos países.
¿Por qué no trabajar al unísono sobre esta opción, acercando a los sectores privado y público de los dos países y planteando la posibilidad de dar cabida a parques industriales y tecnológicos conjuntos, Zonas Francas Especializadas y Zonas Aduaneras para maquiladores? ¿No es acaso conveniente un permanente diálogo y una mayor unidad, así como el hallazgo de alternativas productivas y la creación de fuentes de empleo? ¿Venezuela y Colombia no están ligadas para siempre por nexos y lazos históricos y de proyección?
Respetemos la libre determinación de los pueblos, pero no olvidemos que nos requerimos unos a otros. Y que las regiones y las zonas fronterizas son los nudos de articulación e integración más importantes. Por eso ¡Obremos unidos!
JOSÉ NEIRA REY