1.- Es tan importante y trascendente el actual momento histórico, socioeconómico y político, que viven Colombia, Venezuela y la frontera común entre las dos naciones, que si no se analiza y proyecta lo que acontece de manera reflexiva, inteligente y con visión y proyección futurista, mediante actitudes serenas, sinceras y con amplia valoración de realidades, los principios, las nociones y los logros de confraternidad y aprovechamiento conjunto y compartido, así como de ventajas y circunstancias naturales de gran significado y alcance, pueden penetrar en un proceso de lamentables desviaciones y deterioros, porque infortunadamente la desunión y el mayor registro de indiferencia, desidia, apatía y desdén por lo principal y valedero habrían dado paso en los estratos públicos y privados a la irrupción del vandalismo politiquero y al olvido de las acciones y actos que consoliden y fortalezcan las gestiones fraternas y trasformadoras de un desarrollo humanitario y de un verdadero y auténtico convivir enaltecedor y progresista.
Lo advertimos, sin temores, porque si no se habla claro y se disipan los entuertos que amenazan la tranquilidad ciudadana y el porvenir de millones de hombres y mujeres que aspiran a una vida tranquila y a un mejor vivir productivo, dentro de una concepción democrática y para todo el conjunto humano, ubicado en nuestros confines y límites, de manera libre, inteligente y responsable, lo que pueda suceder, después de este 7 de agosto en Colombia y Venezuela, como en toda la frontera, angustiada e inmensamente marginal y abandonada, puede ser caótica y desesperante, porque las pugnas negativas y partidaristas de la opinión y las debilidades gubernamentales menoscabarán considerablemente la estructura de los Estados, dando paso al desorden y al caos.
2.- Sí, el gran futuro de Colombia, Venezuela y en especial de la frontera, entra en tiempo de examen, reflexión y toma de conciencia, porque son muchas y prioritarias las determinaciones que se deben asumir, ante el panorama y la realidad de Venezuela, como desesperante, el de Colombia, de enormes expectativas y el de quienes habitan y viven tensos ante la llegada de 3 años de insólita incomunicación de miles de familias y negocios, así como de la más oprobiosa situación en los cientos de miles que han tenido que huir, por la incapacidad de hallar lo necesario.
3.- Colombianos, venezolanos y todos los habitantes fronterizos, esperamos que el nuevo presidente de Colombia, Iván Duque, el comprometido exponente de la responsabilidad de Venezuela y las fuerzas vivas y responsables que integran y definen a las regiones y zonas de frontera de los dos Estados, asuman una posición y actitud dignas de ejemplo y seguimiento para que la paz, el entendimiento noble, la unión y la convicción que nazca de unas ejecutorias que vayan al meollo de los problemas y a la solución eficaz de los problemas, con argumentaciones ciertas, eficaces y progresistas.
¿Los presidentes Duque y Nicolás Maduro con sus respectivos equipos de gobierno y representatividad, se constituirán, con los dirigentes fronterizos, en adalides de un mejor futuro y de un cambio y trasformación que dinamicen y proyecten a esta parte de América, ante el concierto de naciones en lo internacional y para alegría y satisfacción de todos?
Empiezan a contarse segundos, minutos, horas y días. Quiera Dios que el proceso de cambio y trasformación que se requiere y anhela, también produzca un ejemplo ante el mundo, por la verdad y la importancia, dada la magnitud del desastre y angustias, si el cambio que se necesita y espera no se produce, se diluye o hay actuaciones ilegales, irresponsables, impropias o negativas.
JOSÉ NEIRA REY
jneirarey@hotmail.com