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Marilyn Monroe: Nunca he sido una puta

A Marilyn Monroe es común verla tirada en las calles, recostada sobre alguna pared de un bar, mirando coqueta desde cualquier rincón de un negocio, agarrándose la falda para dejar que los hombres imaginen el resto y con una sonrisa pícara mientras desde la silla de enfrente se le echa una mirada de reojo.

Las imágenes corresponden a los afiches que la mantienen viva y que la mostraron a las generaciones posteriores a su existencia. Muchos la tienen aún como la diosa que adoran a diario y creen que esos cuadros son altares para rendirle culto.

Doña Marilyn, gracias por este tiempo y las revelaciones que siguen. ¿Cuál será la primera?

Simple, que el sexo forma parte de la naturaleza, y yo me llevé de maravilla con la naturaleza.

¿Cuál es su verdadero nombre?

Norma Jean Baker. Al menos eso es lo que tengo entendido, pues la mayoría de los datos,  antes de convertirme en estrella de cine, están confusos y no se pueden comprobar del todo.

¿Es cierto que Marilyn sufrió y vivió al filo de la muerte?

Mi vida constituye la de un ser maltratado y usado a conveniencia de los que me rodeaban. Mi inocencia y generosidad siempre me llevó a ser víctima de las manipulaciones de una industria poderosa que destruyó poco a poco mi existencia.

¿Qué marcó su sentencia de muerte?

Mi relación con el jefe de la Casa Blanca.

¿Dónde y cuándo nació?

El primero de junio de 1926, en  Los Ángeles.

Hay discrepancias por su apellido…

Sí. Mi apellido original no está claro. Unos, afirman que era Baker, supuesto apellido de un antiguo amante de mi madre Gladys; otros, que era Mortensen, pues se supone que mi padre se llamaba Edward Mortensen, quien me abandonó  siendo niña.

¿Qué hacía su madre?

Era obrera de la industria del cine. Era enferma mental, quiso abortar y no pudo. La abuela Della Monroe, quien también sufría de demencia, quiso ahogarme en la cuna. El azar del destino me salvó la vida

                                                    

¿Cómo se crió?

Pasé a compartir la infancia en orfelinatos y hogares adoptivos. A los 9 años fui violada por uno de mis padrastros y quedé tartamuda el día en que acribillaron a mi perro Tippy.

     

¿Luego de esa infancia cruel qué hizo?

Trabajé en una fábrica de municiones. A los 16 años inicié la carrera como modelo y me casé con James Dougherty. El matrimonio duró pocos años.

¿Quién la sacó del anonimato?

La vida dejó de ser un infierno mientras trabajaba como obrera en una empresa de material militar durante la segunda guerra mundial. Un fotógrafo que elaboraba un reportaje entre los almacenes sobre el trabajo de las mujeres en las fábricas advirtió mi fulgurante belleza y me invitó a los Estudios de Hollywood.

¿Cómo le fue en los estudios?

Allí pasé la vida siendo comercializada como un objeto por mi cuerpo. Pasé a ser la víctima perfecta de una sociedad sin escrúpulos, capaz de despresarme como gallina y ofrecerme al mejor postor.

¿Cómo se sintió?

Imagínese. Los señores de Hollywood hicieron de mi cara de niña y mi cuerpo de mujer un símbolo sexual embotellado para el consumo de masas. Así me comercializaron.

¿Por qué no le reconocieron su talento como actriz?

Nunca lo hicieron. Únicamente me veían como una sensual y voluptuosa mujer, que filmé muchas películas. Varias son consideradas clásicos del cine,  pero en su momento sólo eran películas que lograban taquilla por la presencia de una hermosa mujer en pantalla.

Es que su cuerpo decía mucho…

Pues sí, mis medidas eran 94-58-92. Con ellas impuse el ideal estético de la mujer voluptuosa, curvilínea, entrada en carnes, muy al contrario de lo que hoy se tiene como modelo.

¿En qué momento adoptó el nombre artístico?

En 1946, pasé a llamarme Marilyn Monroe. Ahí mismo conseguí el primer contrato con la 20th Century Fox, con una pequeña participación sin diálogos en la película The Shocking Miss Pilgrim.

¿Cuándo llamó la atención de directores y productores de prestigio?

Tras algunos fracasos cinematográficos, fui contratada por los Estudios Universal y tampoco alcancé respeto como actriz. Luego,  aparecí desnuda en un calendario de 1949 y las miradas cambiaron. En 1950, comencé a filmar cintas de mayor presupuesto, con papeles más importantes y con directores respetados y reputados como Jhon Huston.                                                          

¿Por qué se decidió por la comedia?

Por lo general hacía el papel de la rubia tonta, hermosa, pero cabeza hueca, a la que todos los hombres quieren conquistar. A partir de 1953,  desbordé por completo mi sensualidad en ‘Los Caballeros las prefieren rubias’, ‘Como casarse con un millonario’ y ‘Niágara’. Ahí hice mi primer desnudo cinematográfico.

     

¿Le gustaban los desnudos?

En 1953, aparecí en la portada del primer número de la revista Playboy, que me consagró como símbolo sexual, emblema de la mujer erótica, de la mujer objeto del placer de los hombres.

¿Y no tenía nada puesto?

No es cierto que no tuviera nada puesto. Tenía puesta la radio.

¿Su vida privada también era fulgurante y glamorosa?

No, qué va. Padecía de trastornos emocionales, sufría de inseguridad patológica. Solía tener crisis emocionales, sufría de manía persecutoria y episodios de paranoia.

¿Con quién se casó por segunda vez?

En 1954,  con el famoso jugador de beisbol Joe Di Maggio. Estuvimos casos menos de un año. La incompatibilidad de las carreras  acabó con el matrimonio.

¿Quién era Joe Di Maggio?

Era una estrella del beisbol, de origen italiano, humilde y mayor que yo. Tenía fama de ser maleducado, violento y celoso. Era  grande y fuerte. Contrastaba conmigo, una niña en el cuerpo de una mujer, frágil, inocente y bondadosa.

¿Y el tercer matrimonio?

En 1956, con Arthur Miller, escritor y dramaturgo de tendencia izquierdista, quien escribió un par de guiones de películas especialmente para mí. Era la antítesis de Di Maggio, era  culto, intelectual, educado. Me sentí más tomada en cuenta como persona y como actriz, y no sólo un simple objeto sexual para el goce masculino.

¿Cuál fue la relación  más polémica de todas, y la que supuestamente la llevó a la muerte?

Sin duda, la que sostuve con los hermanos Kennedy, Robert y Jhon.  Robert Kennedy era el fiscal general y Jhon F. Kennedy, presidente de Estados Unidos. Ambos hermanos estaban casados y sostuve relaciones intermitentes con ellos. La más larga y peligrosa con el Presidente.

¿Cómo descubrieron el romance con John F. Kennedy?

En 1962, dije en televisión: “Happy birthday, Mr. President”. Se consideró una muestra clara de la relación que existía entre nosotros. Esos comentarios hablaban de un romance de más de diez años.                                              

Hubo rumores de  estados depresivos suyos…

Sí,  muchos pensaron que era aficionada a las pastillas y al alcohol. Rumores que hablan que era poco profesional, que olvidaba los diálogos y que no aparecía por los plató de rodaje. 

     

¿De qué más se habló en su contra?

De la relación con Robert Kennedy, que estaría planificada para mantenerme  vigilada; de un aborto de un hijo del presidente de Estados Unidos; de una rueda de prensa para hablar  de mi relación con  Kennedy.

 

De todas maneras usted ganó un premio importante…

Ah, sí. Gané el Globo de Oro como ‘la estrella más popular del mundo’. Fui reconocida y aclamada por mi público, mayoritariamente masculino.

¿Qué ocurrió  dos días antes de la mencionada rueda de prensa?

En la madrugada del 5 de agosto de 1962, mi casera me encontró muerta en la casa de Los Ángeles. Estaba en la cama, boca abajo, desnuda y con el teléfono en la mano. La versión oficial de la policía declara que la muerte había sido por sobredosis de barbitúricos (47 cápsulas de Nembutal) en un caso de probable suicidio.

A muchos no los convence esa teoría…

Según cuentan algunos amantes de las teorías conspirativas, hay testigos que dicen que Robert Kennedy estuvo en mi casa horas antes de mi muerte. Hay grabaciones de voz y cartas mías en las que no demuestro ninguna depresión,  informes forenses extraviados, testigos visuales que contradicen la versión oficial, etcétera.

Hay muchas teorías acerca de su muerte. ¿Cuáles son algunas?

La desaparición del diario rojo de piel que  guardaba en el dormitorio y en el que escribía todo lo que me pasaba; los fallos procesales en el informe forense,  el médico  asignado no tenía experiencia; que no morí en la habitación en la que encontraron mi cuerpo, sino que fui trasladada allí;   que me forzaron a consumir los barbitúricos; que fui golpeada; que no se hallaron rastros de barbitúricos en el estómago; que  los barbitúricos fueron  administrados mediante enema;  que  debía saber mucho y que por despecho podía utilizarlas para destruir a los hermanos Kennedy y a la seguridad de Estados Unidos; que Di Maggio habría escrito un diario en donde deja constancia de todo lo que sabía acerca de mi muerte, solo se podrá publicar en el 2039;  que fui forzada, golpeada y hasta violada aquella noche, por los hombres de Robert Kennedy; que tenía relación con  la mafia italiana. Involucran a la casera, la ama de llaves, el siquiatra, porque conocían mis intimidades. En fin. Es larga la lista.

Un par de frases para despedirnos, Marilyn. Y gracias por el tiempo.

Gracias a usted, muchacho. Recordemos estas perlas que en su momento tuvieron validez.

“En Hollywood te pagan mil dólares por un beso y cincuenta centavos por tu alma”.

“Era consciente de que pertenecía al público, pero no por mi físico o por mi belleza, sino porque nunca antes había pertenecido a nadie”

“Nunca me ha gustado el nombre Marilyn. A menudo he deseado que aquel día me hubiera quedado con Jean Monroe. Pero supongo que ahora es demasiado tarde para hacer nada sobre ello”

“No voy a la playa para ponerme morena, me gusta ser rubia”

”Soy una hija del pueblo”.

”Nunca he sido una puta. Siempre me he mantenido a mí misma”.

”He vivido con montones de cucarachas… enormes cucarachas, en Hollywood las hay a millares”.

”Del caramelo, me toca siempre el palo”.

      

Sobre Rafael Antonio Pabón

Nací en Arboledas (Norte de Santander - Colombia), educado y formado como periodista en la Universidad de la Sabana (Bogotá), gustoso de leer crónicas y amante de escribir este género periodístico, docente en la Universidad de Pamplona (Colombia) y seguidor incansable del Cúcuta Deportivo.

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